domingo, 20 de mayo de 2012

Ahora, nosotras....

Ella dijo:  Ahora  nosotras…
El derecho a disponer de mi propio cuerpo. El derecho a decidir sobre el futuro de mi embarazo. La obligación legal de no poder hacerlo, salvo bajo ciertas circunstancias. Honestamente, no lo entiendo. Si la intimidad de mis pensamientos es mía, y el estado (no estalinista) no tiene derecho sobre mi intimidad, me pregunto ¿por qué un estado de derecho, democrático, puede decidir sobre la intimidad de mi vientre? Ahhh, me dicen que es porque hay vida allí, y que es ajena a mí, y no tengo derecho a decidir sobre su destino salvo…Sí, ya me explicaron todo eso, pero a mí no me sirven explicaciones que me dejan fuera de las fundamentaciones. Y encima, la mayoría de los que opinan son del género masculino!!!!!! Me dan bronca, y algo de repugnancia por la hipocresía con que sustentan sus argumentos. Las de mi género también están divididas, pero eso lo comprendo más, son del palo, pueden estar o estuvieron alguna vez involucradas en este tema. Entiendo que tengan miedo a que se les conceda el derecho a decidir por sí mismas. No es fácil aceptarlo, en esta sociedad con sólida raigambre machista y posturas dominantes casi universalmente aceptadas sobre nuestro género. Pero vamos, que ni el mundo se termina con que avancemos nosotras un poquito sobre nuestros derechos, ni vamos a abandonar nuestros hábitos maternales. ¡Ni pensarlo, que joder! Al fin  y al cabo, somos nosotras, como dijo un extraño espécimen del otro género, las poseedoras del supremo secreto de la vida. Pero bueno, a ver, si hasta el Código Civil no se anima a afirmar si es o no una persona lo que llevamos adentro durante nueve meses, y sólo si nace vivo adquiere definitivamente plenos derechos. Si no nace vivo, para nuestro CC ese ser nunca existió. Entonces ¿de qué nos están hablando? Si nosotras no nos oponemos a continuar reproduciendo a la especie, al contrario, ya somos siete mil millones y son ellos los que quieren limitar la reproducción, por razones demográficas, dicen. Pero creo que lo que no quieren es más pobres en el planeta, y estos se reproducen como conejos, y luego hay que alimentarlos, educarlos, vestirlos, darles casa, salud, trabajo, etc. Y todo eso escasea, para los pobres, entendámosnos, y las cosas así no van muy bien. Pero nuevamente me pregunto, ¿por qué yo, un granito de arena femenina, no puedo decidir libremente sobre lo que ocurre y lo que deja de ocurrir dentro de mi cuerpo, de mi ser, de mi integralidad como ser humano, más allá de mi género? Si ni los filósofos metafísicos ni de los otros se han puesto de acuerdo sobre el origen o el comienzo de la persona, y hasta lo llevan al punto de que personas serían sólo los individuos adultos de la especie humana, me pregunto ¿por qué se empecinan en ponernos a nosotras como victimarias de una persona que no existe, cuando nos hacemos un aborto? Entendamos bien otra vez. A ninguna de nosotras nos hace gracia hacernos un aborto, ni mucho menos. No es un deporte femenino, para ponerlo en palabras del género opuesto, tan amante de los ejercicios físicos y las competencias. Pero  debería poder decidir por mí misma interrumpir o no ese embarazo…Como si ellos no tuvieran nada que ver con el acontecimiento. Como si las complicaciones que se te vienen encima los tuvieran como inocentes o ausentes de cargo. Ironía, hipocresía, abuso de poder, escasez de solidaridad y empatía bien entendida…Hay tantas cosas para decir, que se me cruzan los circuitos neuronales y los dedos no me dan abasto. Hay que ordenarse y sistematizar el pensamiento. O  sea, para ser oída por ellos, que al fin y al cabo son los que deciden (directa o indirectamente), hay que utilizar el pensamiento de ellos, claro que adentro de nosotras, matizado por el perfume de nuestras invalorables hormonas. Hay que abandonar el pensamiento feminista y dejar de darles pretextos para el mantenimiento del actual y preponderante pensamiento machista.  Hay que avanzar y dejarlos atrás, definitivamente atrás, con las mismas herramientas que inventaron y que tanto éxito les dieron. Para ello, empecemos por establecer (que no es lo mismo que reclamar) nuestra supremacía en el terreno de la reproducción. Y compartir con ellos el cuándo y el cómo, pero desde nuestro derecho irrenunciable sobre la totalidad de nuestro cuerpo, de la piel para adentro, todo es nuestro, es decir, de cada una de nosotras. Como lo son nuestros pensamientos en la intimidad de nuestro cerebro. Como lo es el cuerpo de ellos, que ninguna de nosotras pretendemos “violar” (aunque a veces se lo merezcan, ¡Y cómo…!!!!!!).
Pero no quiero perderme en el mar de pensamientos que surcan mis conexiones neuronales, a veces al rojo vivo. Dicen que ellos sólo piensan una cosa por vez, y por eso son exitosos, y nosotras, dispersas, nos quedamos atrás y terminamos en la cocina o llevando nuestra prole a la escuela, al médico, a… ya saben. Pero no pretendo pasarme al otro bando, soy femenina y a mucha honra. Creo que tenemos la llave de la emancipación bien entendida, y debemos abandonar la costumbre inveterada de pedirles permiso. ¡Ñato, el cuerpo mío es mío, y si lo compartimos en determinadas circunstancias (placenteras, no lo niego, pero a veces, ¡no te agrandes, Chacarita!), está todo bien, pero después no corras a agarrarte del Código Penal que ustedes escribieron, para que nosotras nos sometamos a vuestros mandatos y designios! ¡Basta ya de pensamientos de sometidas! A ver si les gustaría, ahora con el tema de la fertilización asistida, que les introduzcan un embrión en el peritoneo y adelante con la fiesta. Deberían esperar a la cesárea para liberarse, y ojo, no se dejen sacar la placenta que se puede llevar una porción de vuestros personales intestinos…¿No me creen? ¿Me creen loca de remate? Es la fácil, muchachitos incompletos… ¿Y saben por qué les digo incompletos?  Porque lo son, porque de la cabeza para abajo, no tienen cómo incorporar nada del exterior, natura mediante, y ojo que no tengo nada en contra del sexo anal, ni yo ni muchas de nosotras, pero reconozcamos que esta variante es un invento de ustedes…Pero no entremos en temas escabrosos…no todavía.
El derecho a decidir sobre uno mismo empieza, precisamente, en uno mismo. Y yo y mi circunstancial embrión, por el derecho civil que ustedes mismos inventaron, somos, hasta después del parto,  una sola persona. ¿Tienen algo que decir al respecto, estimados seres humanos incompletos? Digo, algo novedoso, interesante, que nos haga pensar diferente, algo con un poco de simpatía… ¡Soy toda oídos! Pero, por favor, abandonen la cantilena de siempre, que si la recibieran de algún empleado de vuestras exitosas empresas, no vacilarían en pegarle una soberana patada en el culo sin más trámite.
Entonces, ¿arreglamos? Bueno, la cosa es así: Nosotras escribimos los Códigos que nos involucran con exclusividad, en exclusividad, valga la redundancia (que no está de más, a ver si lo entienden bien y de una vez por todas), y ustedes escuchan, y leen, y transcriben como buenos secretarios de actas (y a ver, que esta vez no se les traspapele ni una coma, como allá en 1921 con el inciso 2° del artículo 86 del CP),  los dictados que el género femenino vaya estableciendo para sí.
¿No les gusta? No les preguntaremos  si les caen bien o mal estas cuestiones exclusivamente nuestras. Hemos dado vuelta la página, y vamos a seguir avanzando. Y no somos autoritarias. Los temas en común, estamos dispuestas a debatirlos con ustedes, siempre y cuando no pretendan cortarse solos ni establecer jerarquías a priori, sin discutirlas democráticamente. Y por último, no nos salgan con eso del “mandato divino”. Porque,  ¿saben una cosa? Dios nunca fue masculino, y si de “mandato divino” quieren hablar…Miren, no es por amenazarlos ni mucho menos, pero el día en que decidamos la reproducción exclusiva a través del sexo femenino, chau, ustedes, en un siglo o menos, desaparecen. Ya lo dijo un loco de vuestro género, que deberían quemar por hereje. La ciencia que ustedes hicieron avanzar hasta límites insospechados, nos da las herramientas para ese objetivo, y si no me creen, miren vuestros propios papers, que ya desde el 2007 separan los espermatozoides x de los y para que la pareja pueda elegir el sexo de su descendencia.
Pero no quiero avanzar más, por ahora, en mi razonamiento panfemenino. Crean que, aunque con reservas, los queremos, y lo que pretendemos hacer (con ustedes o sin ustedes),es un mundo mejor. ¡Joder, hombre, que la democracia y las supuestas y siempre mal practicadas igualdades las inventaron ustedes!, aunque con respecto a estas últimas podríamos disentir en sus fundamentos, y no precisamente por vuestras ancestrales razones.
Chau, nos vemos en el Congreso Nacional, a ver si vamos terminando con algunas de las tantas inequidades que nos separan arbitrariamente… Secretarios de Actas…Ja, ja, ja… ¿No les quedará grande el término?
                                                                         
                                                                               Albertina, noviembre de 2011
Él dice: Está bien, ahora ustedes, pero…
Te he leído, no recuerdo en qué medio. Te encuentro apasionada, directa, resuelta e inteligente (¿Sos de Capricornio?), y quería decirte que “en general” estoy de acuerdo con vos y comparto tu criterio de defensa de género. Tienen motivos sobrados para hacerlo. Pero creo que tu visión sesgada de ambos géneros te está llevando a ver el árbol y no el bosque. Me explico: En nuestro género hay de todo, y en el de ustedes también. En una sociedad como la nuestra, las desigualdades son mínimas, comparadas con las que existen hoy día en algunos países de Äfrica y en Oriente Medio, por ejemplo. Allí el hombre es dueño y señor de toda la mujer, y no sólo de su vientre. Y la desobediencia muchas veces se paga con la muerte. Si del tema reproductivo hablamos, no siempre el hombre es el irresponsable, y muchas veces ustedes abortan sin darle derecho a opinar a él. Claro, vos decís que el derecho debe ser exclusivo. Bueno, no te lo discuto, pero por lo menos, participemos del tema, que no es menor para la vida, o sobrevida de la pareja. Mirá, pienso que todos los extremos son indeseables, y sólo el equilibrio y el consenso permiten el avance sólido en temas conflictivos.
Respecto de la deuda nuestra hacia ustedes creo que se puede discutir su saneamiento desde una visión general y otra particular. Casos particulares y aberrantes de maltrato y sojuzgamiento no deberían generalizarse. Y en general, la legislación ha avanzado al respecto, agravando  penas y endureciendo posturas. El tema puntual del aborto creo que lo deberían decidir ustedes, y nosotros abstenernos de opinar. Siempre lo pensé así. Lo que no sé es qué saldría de una opinión exclusiva de vuestro género, pero eso ya no sería tema nuestro, es decir, de nuestro género. Creo que hay más machismo dentro de vuestro género, hoy día, que en el nuestro. Sí, es una opinión personal, sin encuestas. Te veo como una dirigente, una líder que levanta rojas banderas de liberación y camina recta hacia sus objetivos. Pero, si mira para atrás, ¿cuántas la siguen? Empujemos, empujemos que algo va a salir…es una teoría y una praxis dudosa, sobre todo en sus resultados, en su eficacia.
Si podemos ser complementarios, ¿para qué confrontar inútilmente? Vos misma mencionaste ideas progresistas desde un origen de nuestro género. Y no las considero para nada herejías. Creo que en muchos aspectos el hombre sigue siendo importante y quizá insustituible para la evolución de la especie, en muchas ramas del saber ha hecho punta y sigue estando en la vanguardia, por más que me pongas honrosos ejemplos de tu género.
Si se quedan solas, se van a aburrir soberanamente, y van a extrañar un Mozart,, un Kant, un Einstein, un Freud, un Shakespeare, un Cervantes, un Rubens, un Picasso, un…qué se yo, ¡hay tantos! Sí, ya sé que hay una Curie, una Virginia Woolf, una….ya ves, no me sobran nombres de ustedes. Deberían avanzar sin romper el piolín que las une al resto de los seres humanos. Cambiar lo peor de ambos géneros debería ser también una opción, en vez de terminar con uno, que, aunque incompleto, es necesario para la armonía de la raza.

Ella dice nuevamente: Ahora nosotras…
Veo que no tienen mucho que decir. Quizá los agarramos cansados, y los viejos argumentos de seducción y luego de sojuzgamiento están gastados, perimidos, obsoletos, y ni a ustedes mismos ya convencen. ¡Qué decepción, no encontrar verdadera oposición sino el quejoso vagido de un niño desprotegido! Pretenden invocar el sentido maternal innato en nosotras, para luego, repuestos, erigirse nuevamente en dueños y señores rectores de nuestro género. ¡Qué banalidad! Juro que esperaba otra cosa. Un Júpiter tonante, que emitiera rayos de furia y de venganza eterna hubiera sido más digno que lo que estoy escuchando…
Insisto: Nos vemos en el Congreso, y aunque no nos alcancen las manos, nuestros argumentos serán tan contundentes, que no se atreverán a contradecirnos.

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