martes, 26 de junio de 2012

Preguntas sobre el amor

   Qué es el amor? Se ha dicho  por  ahí que el amor es a veces un pendejo tiránico, caprichoso  e irracional. En ocasiones parece cobrar ese aspecto. Pero también suele llegar como un cúmulo de vibraciones sublimes que  inundan a uno quién sabe desde dónde, y  se instalan en el cerebro, en el pecho, en el vientre con viso de permanencia definitiva, para bien o para mal. Premio y castigo al mismo tiempo, Cupido contaría con un solo envase disponible, y envía mezclados ambos ingredientes.
       
     ¿Cómo se lo reconoce? Herman Hesse, en Demián, da una pista:
  
       “El amor no debe pedir- continuó-, ni exigir tampoco. Ha de tener la fuerza de llegar en sí mismo a la certeza, y entonces atrae ya en lugar de ser atraído. Sinclair, su amor es ahora atraído por mí. Cuando llegue a atraerme, entonces acudiré. No quiero hacer un regalo, quiero ser ganada.”

                     ¿Respeta el amor los espacios personales, o lo abarca todo con su turbulencia? Aquí, no puedo dejar de recordar lo expuesto alguna vez sobre los espacios: “Si puedes entender que los espacios personales del otro son de uso exclusivo y los respetas, y además los estimulas, te diré que me gusta ese rumbo, y si además consideras que los espacios compartidos son un regalo que te hacen y un sitio donde tú mismo puedes regalar lo tuyo...  entonces,  son dos seres en coincidencia, y donde coinciden, encuentran algo valioso para compartir.”

                     ¿Puede el amor ser tomado con criterio asimilable al “tiempo compartido”,  o es exclusivista desde su esencia? Hay mucha tela para cortar aquí. ¿Se puede amar a dos personas simultáneamente? Se puede, eso creo. Pero también creo que esa situación puede ser sólo una etapa, una etapa que puede ser conflictiva para quien la atraviesa. Puede delatar el comienzo de algo, y el probable fin de algo. A medida que ese algo, cualquiera que sea, se desarrolla en todas sus potencialidades, el amor va tomando la forma de totalidad, y todo lo engloba, en todo se sustenta, y como dice Neruda: “Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas”. Esta etapa, bastante común y poco entendida confunde y angustia, y resulta bastante difícil disfrutar permanentemente de ella. La extrañeza se mezcla con el deseo, pues se tiene la sensación de pérdida de la propia identidad. Sentimientos contradictorios chocan entre sí en el centro de un yo aparentemente irresoluto y debilitado. También a veces un yo fuerte domina por encima de las pasiones antagónicas, o protagónicas, logra desdoblarse y mantener el equilibrio. Pero generalmente, esta situación conlleva a limitar el avance de un verdadero sentimiento totalizador.

         ¿Con qué recursos cuenta el amor para crecer y desarrollarse? ¿Cuál es su ámbito desde donde acciona y ejerce el poder que posee? Sus recursos son siempre diferentes, y se basan en la esencia emocional de cada individuo. Se dice que el cerebro derecho (para los diestros) es el asiento desde donde parte su influjo. Influjo que en los comienzos, a veces con la fuerza de un huracán, invade toda la actividad cerebral y también la vegetativa del cuerpo entero. De la integración de ambos hemisferios, de su equilibrio, de su trabajo en conjunto, depende tanto el crecimiento de sentimientos y emociones como de la lucidez del razonamiento, de la vida “inteligente” del individuo (reglada por el cerebro izquierdo en los diestros). Es así que quien ha sido poseído por el sentimiento amoroso, siente que al crecer éste en armonía con su vida intelectual, la ha aceitado y puesto a punto,  y a veces se siente poseedor “de todas las respuestas”. Es un curioso estado de bienestar e iluminación, donde los miedos no tienen lugar, donde a pesar de la distancia que la mirada delata, el espíritu solidario y la tendencia a dar todo de sí mismo tienen pleno desarrollo y vigencia.

          ¿Las crisis matan al amor?  No lo creo. Las copias desaparecen ante el menor contratiempo, pero cuando ese sentimiento engloba  todo el ser,  suele salir de las crisis fortalecido. Tiene recursos tan extraordinarios para volcar los humores de los amantes, que una mirada directa, un cambio de tono en la voz, un simple contacto, bastan a veces para que recupere vitalidad y vigencia.

             ¿Existe el amor unilateral? Alguien me dijo, con razón, que nadie ama a  quien  ha dejado de amarlo. La unilateralidad en sus comienzos puede ser la manera irracional, caprichosa y tiránica que a veces adopta el amor. Y tanto puede ser un espejismo, como una luz verdadera. En el individuo que lo siente quedarán marcadas sus señas, fugaces o indelebles. Arriba, el párrafo de Hesse lo señala con claridad.

            ¿Hay alguna limitante social, que le impida al amor desarrollarse?  Una máxima cristiana que habla de que: “es más difícil para un rico llegar al cielo, que pasar un camello por el ojo de una aguja”. Se podría  traducir, o extrapolar, que es incompatible el amor, con el deseo de posesión. La ambición por lo material  lleva al rico, en general,  a serlo cada vez más, y al tratar del amor, aplicaría la misma metodología, siendo el objeto del amor una posesión a añadir a las otras.

                 ¿Es el amor de la mujer similar al del hombre? No lo parece, aunque no me atrevería a establecer las diferencias 

                  ¿Tiene final el amor, o cuando apareció no se va más? Ambas posibilidades son probables. Como que el amor es una sensación muy subjetiva y no tiene una respuesta unívoca,  Es el sentimiento más difícil de interpretar y tiene muchas versiones apócrifas, que se pagan con el aburrimiento, el cansancio o la desgarrante sensación de pérdida. ¿Terminó? ¿No terminó? Sí, no, tal vez, pero…

                El amor y el odio serían las dos caras de una misma moneda. Nadie odia lo que le resulta ajeno. Lorrie Moore señaló que “el odio es el amor que no tiene a dónde ir”. Y Sabina cantaba: “Amor es ese juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño..." "El opuesto al amor no es el odio sino el miedo", escuché hace poco en un vídeo de  Virginia Blanes.  
          
       Por otro lado, Milan Kundera escribió: “Unir el amor al sexo fue la mayor extravagancia de la creación”.  Podría agregarse que persistir en unir la reproducción al sexo, fue la jugada más  tramposa de la sociedad humana.

                   ¿Es posible pasar por esta etapa varias veces en una vida? Murakami afirma que sólo tres veces, ni una más, ni una menos...

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martes, 19 de junio de 2012

Carta abierta a un marido que se siente engañado

   Estimado:
                            No me mueve a escribirte un afecto determinado, sino una necesidad de explayarme con algunos conceptos. Como dijera Oscar Wilde: “Experiencia es el nombre que le damos a nuestros errores”, comprenderás que en realidad eres sólo mi pretexto.
                             Cuando te crees engañado, lo primero que sientes es que han tomado, o están tomando,  sin permiso algo que considerabas hasta hoy de tu propiedad. Te han  birlado un bien que habías registrado debidamente a tu nombre. Y surge una insoportable sensación de confusión. La pregunta: “¿cómo es posible?”, brota y se va haciendo lugar con ácido acento en tu mente. Pero casi de inmediato es apagada con un: “No es cierto. A mí no me puede suceder eso”, y te comparas con otros que sí les acontece. La sensación quemante te lleva a la imagen que recibiste hace un tiempo al llegar a tu casa y encontrarla completamente abierta: Te habían desvalijado. “¿Cómo esto me está ocurriendo precisamente a mí? No es posible”. Era posible.
                                    Bueno, estimado, aquí cabe la reflexión conocida:”todo depende del cristal con que se mire”. Si en un determinado momento encuentras en los ojos de tu esposa un brillo distinto que ella busca apagar al  medirse con tu mirada, es un toque de atención que deberías considerar con reflexivo cuidado. Allí se abre un abanico de posibilidades que podríamos analizar.
                                        Si ella es una parte importante de tu vida y crees que las cosas estaban bien así como estaban, y que deberían seguir así, pues te diría que creo que vas por dudoso camino. Alguna vez escuché a alguien que, separándose de su esposa, le escocía la posibilidad de que en el futuro ella encontrara otra pareja: “No me gusta que nadie recoja lo que tiro a la basura”, fue su desconcertante discurso. Al poco tiempo alguien había recuperado del supuesto cubo lo que no impresionaba para nada como un desperdicio.
                                            Se debe comprender que “esas” pretendidas propiedades no siempre tienen el destino que su pretendido dueño les asigna...
                                             Si tu esposa busca, o ha encontrado algo afuera (tú me entiendes), puede ser por varios motivos, que conviene analizar antes de que te inunde la ofuscación: O ha dejado de amarte y ama a otro, o te ama aún, pero también ama a otro, o busca simplemente un espacio propio fuera de ti. En el primer caso, el “dolor de ya no ser” probablemente te ciegue de celos, y hasta tengas deseos de emprenderla a bofetadas...Quizá hasta desees obligarla, con ruegos o amenazas a que regrese a la intimidad contigo. Lo esencial en ese momento es no perderla. En el segundo o tercer caso, te sentirás amado, pero de a ratos. Y no comprendes esa manera de amar a tiempo parcial. El sello de propiedad no traía el asterisco que lleve a la letra chica, poniendo en evidencia esa salvedad. “Si ella tiene algo fuera de mí, de cualquier manera me está engañando”. Esa frase te desborda y te paraliza. Luego te lleva a la obsesiva actitud de rondarla día y noche, como caballo ciego atado a la noria. Y es esa misma actitud la que precisamente la impulsa a ella a tomarse más tiempo para sí, para sus cosas, en una palabra, para alejarse sin retorno por su propio camino.
                                  Al “amor verdadero” (yo diría menos ambiciosamente el “amor posible”) que propone  el Dr. Bucay,  como “la desinteresada tarea de crear espacios para que el otro sea quien es”, le agregaría que es también aceptarle los espacios propios que se va creando...Y esos espacios propios, estimado, no son de tu propiedad (y ya escribo esta palabra con fastidio). Si puedes entender que los espacios personales del otro son de “uso exclusivo” y los respetas, y además los estimulas, te diré que me gusta ese rumbo, y si además consideras que los espacios compartidos son un regalo que te hacen y un sitio donde tú mismo puedes regalar lo tuyo, pues entonces, estimado, no puedes sentirte engañado en ningún tiempo y de ninguna manera. El engaño habrá dejado de tener cabida en tus recovecos mentales. Y ustedes, dos seres en coincidencia,  donde coinciden, encuentran algo valioso para compartir.
                                     En cambio, si de propiedades y posesiones hablamos, cuando crees que te están engañando y entras en el ciclo de sospechas y escenas de celos, con gritos y lágrimas, en realidad se ha puesto en evidencia tu propio engaño hacia ti mismo, con fecha de inicio desde que firmaste ese contrato (sin mirar las cláusulas en minúscula). Y ahora, aparentemente, y dolorosamente, has comenzado a despertar.
                                       Te diré algo más: El amor, para mí, muchas veces se viste de un pendejo tiránico, caprichoso e irracional. Y no resulta infrecuente que uno sea amado y engañado (compartido me gusta más) al mismo tiempo.
                                         Nosotros, los xy, generalmente (que hay honrosas excepciones, no lo discuto) nos aceptamos como seres a quienes la monogamia no les resulta fundamentalmente significativa, ni nos sentimos obligados a ella en demasía. Pero a las xx les exigimos (hablo en general) una adhesión incondicional al contrato firmado, sin la correspondiente reciprocidad (como ves he saltado de la 2ª del singular a la 1ª del plural).
                                           A nosotros nos resulta más sencillo movernos en la poligamia, y es más aceptada socialmente esa pluralidad de afectos cuando de xy se trata. Pero a su vez, (y generalmente) no aceptamos compartir democráticamente ese  axioma con ellas. Pero la realidad demuestra, quieras que no, que Cupido reparte sus flechas por igual, y ellas son en la práctica tan afectas a la monogamia como nosotros.
                                              De esta manera, llegamos a percibir esa irritante y catastrófica sensación de “engaño” como algo menos dramático, menos ofensivo, menos intolerable. Si trocas la palabra ésa por otra (se me ocurre por ejemplo: compartir o compartido), y comienzas a considerar a tu relación de pareja algo así como un “tiempo compartido”, podrás sentirte libre para percibir tus propias y personales posibilidades, para crear tus propios espacios, sin estar fijándote continuamente en qué está haciendo el otro. Y esos espacios tuyos los compartes con quien se te antoja. Sin explicaciones. Con la única condición de que aquí, la igualdad democrática es de rigor.
                           Atentamente, tu seguro servidor
                                                                                          ACC
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lunes, 18 de junio de 2012

Sexo y reproducción

La reproducción humana y el sexo entre ambos géneros no siempre van de la mano, salvo en contadas y especiales circunstancias. En el resto del reino animal de reproducción sexuada, sexo y reproducción van juntos, celo femenino mediante, salvo casos excepcionales, como en los "bonobos", por ejemplo.
El embarazo no deseado y su consecuencia no deseada, el aborto provocado, es privativo de la especie humana. Es un indicador, un cruel indicador, de que el sexo y la reproducción ya no van juntos. Otro indicador, más lógico y civilizado es el avance logarítmico del uso de los anticonceptivos, educación sexual mediante.
Si el sexo y la reproducción ya no van juntos es debido a que la sexualidad entre ambos miembros de la especie tiene la misma tonalidad de libre elección del individuo sin distinción de género. En el resto del reino animal, el celo de la hembra, su disposición al apareamiento estimula  al macho para la cópula, cuya aceptación será como destino final  la reproducción de la especie.
Hay excepciones de apareamientos forzados, y también homosexuales en algunas especies (bonobos), pero no es una norma en su conducta sexual, regulada por el instinto de conservación de la especie.
Al no tener regulado el celo por los instintos, la hembra humana dispone de su propia sexualidad en las mismas condiciones que el macho. Por lo tanto, aquí aparece una diferencia fundamental con respecto a las otras especies de animales, y es que tanto la hembra como el macho se aparean sin tener fundamentalmente a la reproducción como objetivo. Cuando la pareja heterosexual humana decide reproducirse, utiliza la relación sexual para tal fin. Una, dos, tres, cinco, diez veces en la vida. Y en la actualidad, en algunos casos de inseminación artificial o fertilización asistida, ni eso.
Siendo las cosas así, la reproducción no constituye el eje fundamental de la pareja, ya que su vida sexual, salvo contadas y determinadas circunstancias, no contempla ese avatar, y se lo elude con el uso generalizado de anticonceptivos.
Avancemos. La pareja heterosexual que encara una vida en común (y con esto me refiero a lo que temporalmente se extienda) y que disfruta del sexo compartido, cuando agrega el ingrediente de la reproducción conforma lo que se llama “una familia tipo”. De alguna manera deja de ser pareja, y el cuidado de la prole se convierte en el centro alrededor del cual giran las actividad e intereses de ambos miembros, que a partir de entonces pasa a ser una “pareja familiar”. La prole, de alguna manera, la completa. Pero también la limita. La libre sexualidad sostenida como simple pareja, se ve condicionada con el ingreso de la descendencia y el armado de la pareja familiar.
La monogamia va junto con la construcción de la familia, salvo excepciones en algunas culturas. La monogamia se sostiene en el tiempo por varios factores: Personales, de pareja, y culturales. Otro enorme tema.
Como dijimos, la sexualidad en la especie humana está separada de la praxis reproductiva, y eso lo vemos en las diversas y variadas prácticas sexuales de las parejas, tanto homo como heterosexuales, Si esta separación, salvo contados casos que ya mencionamos es la regla en los hábitos sexuales de la especie, el aborto provocado es, ni más ni menos, la evidencia de una coincidencia o confluencia no deseada.
Que frente al conocimiento actual de los hábitos sexuales de la especie y su aceptación generalizada (hablando desde nuestra cultura), todavía persista la penalización del aborto, dando prioridad a la reproducción sobre la sexualidad individual, permite vislumbrar una sombra ancestral represiva sobre el género femenino de la especie. Sombra promovida y aplicada por el género masculino desde el fondo de la historia humana. El género masculino, dueño y señor de las variadas sociedades formadas por la especie, de sus recursos (entre los que se contaban la hembra y sus vástagos), y de sus normas.
Que el género femenino, ya en el siglo XXI de la era cristiana, tenga la sombra del “aborto punible” sobre su sexualidad es sólo un índice del desequilibrio vigente entre ambos géneros que abarca una enorme gama de situaciones y actividades en todas las culturas, con serios agravantes en algunas de ellas.
Cuando en algunas sociedades se plantea el dilema: “Sí a la vida, no a la muerte” (por el aborto), se lleva la discusión a un ángulo que no resiste la discusión. Y no lo resiste porque, de una manera o de otra, todos los miembros de la especie coinciden en la defensa de la vida, y en el rechazo a la muerte. Pero este rechazo no es absoluto, ya que se acepta la muerte como recurso en defensa propia (la propia persona, la familia, la propiedad). También el Estado a través de la Constitución Nacional habla del tema cuando “obliga a sus ciudadanos a armarse en defensa de la patria”.
Pero el aborto es un caso especial, en el cual la mujer decide, al interrumpir voluntariamente el embarazo, no prolongar la vida en gestación que lleva en su seno. Quitarlo de su cuerpo para volver a ser la misma persona que era antes del embarazo. En muchas sociedades, hoy día la mitad, aceptan esa decisión personal y el aborto es una práctica médica legal y regulada. ¿Qué significa esto? ¿Qué esa sociedad está en contra de la vida y defiende la muerte? No lo parece. Más bien impresiona que esa sociedad le da prioridad a la mujer en la toma decisiones, respeta su voluntad de procrear, y separa los términos aborto y homicidio, como así también no otorga al nascitorum la condición de persona, dejándola sólo para los nacidos vivos.
Por otro lado, el trámite del aborto no es gratis, ni para la mujer ni para la sociedad. Es doloroso y traumático, y en esto no hay atenuantes. La mujer sufre y la sociedad también. La carencia de educación sexual y del uso racional y generalizado de anticonceptivos, tanto por irresponsabilidad de la pareja sexualmente activa como de la sociedad y  del Estado, lleva a esta decisión que no se duda en catalogar de dura, dolorosa, irreversible, y no pocas veces con secuelas de por vida en la mujer.
Consecuencia no deseable de una práctica heterosexual negligente, el aborto debería ser tratado fundamentalmente desde el ángulo de la educación sexual y su prevención. La libertad sexual responsable es la garantía para devolver a esta práctica a un ámbito lógico, o sea de práctica médica a aplicar frente a un embarazo que pone en riesgo la vida o la salud de la madre, o cuyo producto es inviable. Hacia esto debería tender una sociedad en la cual la igualdad entre los géneros no sea letra muerta.
Milan Kundera dijo, en una de sus novelas que: “unir el amor al sexo fue la mayor extravagancia de la Creación”. Parafraseándolo, podríamos decir que “pretender circunscribir el sexo a la reproducción, fue, es y será la mayor extravagancia del PODER”, ejercido hasta ahora por el género masculino casi en exclusividad.

martes, 12 de junio de 2012

Acerca del fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre el “aborto no punible”



Sería bueno empezar a entender que:

1)      El aborto no siempre es un delito, y hay abortos legitimados por la ley, a través del artículo 86º del Código Penal.
2)      La “o” del inciso 2º del art. 86º, conjunción coordinante disyuntiva (Gramática didáctica del Español, de Leonardo Gómez Torredo) separa claramente “violación” de “atentado al pudor…”, y así lo entendió inequívocamente la Corte, incluyendo a todas las mujeres violadas, sin distinciones, en este inciso.
Basta una declaración jurada de la afectada ante el médico, que puede realizarse en la misma historia clínica, como una autorización para una práctica, para que el médico esté cubierto de cualquier riesgo de denuncia posterior. “La mujer no está obligada a hacer la denuncia por violación y nadie la puede investigar de oficio si no la hizo. Si invoca falsamente una violación como causa del embarazo, su hecho será un aborto punible, con o sin error invencible del médico que lo practique”, dice la Declaración de la Asociación Argentina de Profesores de Derecho Penal a través de su Presidente Dr. Javier Augusto De Luca, en septiembre 2010.
Aclaración: “Con o sin error invencible del médico que lo practique” La AAde PdeDP explica:
Lo que se dice en esa frase es que si la mujer denuncia falsamente que su embarazo es producto de una violación su hecho (el de la mujer) será un aborto punible, ello independientemente de que el médico que lo practicó haya sido víctima de un error invencible (lo que sucedería por ej. si el cree, de buena fe, que la denuncia efectivamente es legítima y que el embarazo es causa de una violación) lo  que derivaría en su inculpabilidad.

3)      La Corte enfatiza el último párrafo del art. 19º de la CN: “Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe”.
En este caso significa que “ninguna mujer violada está obligada a cursar un embarazo producto de ese atentado a su integridad sexual, ni ninguna mujer cuyo embarazo es producto de una violación debe ser impedida en su decisión, si así optara, de interrumpir el embarazo.
Tiene más connotaciones: Ninguna persona, ni institución está autorizada a anatemizar y condenar una acción que la ley no prohíbe, y ningún estamento de la Salud Pública (no hablo de individuos) debería negar a la mujer violada que lo solicite, la práctica del aborto bajo los términos de la ley vigente (art. 86º, inc. 2º de CP).

4)     No son “los médicos” individualmente los compelidos por la Acordada de la Corte (incisos 20 y suc.) a dar respuesta al requerimiento de una mujer violada, sino las Instituciones Médicas, tanto Públicas como Privadas (Obras Sociales y Prepagas deberían incorporar esta práctica en el PMO).  Dichas Instituciones deberán contar con los protocolos necesarios para dar cumplimiento en tiempo y forma al requerimiento mencionado.
El Ministerio de Salud de la Nación en diciembre de 2007 aprobó una Guía Técnica para la Atención de los Abortos No Punibles. Pone al alcance de los médicos los procedimientos clínicos y quirúrgicos recomendados por la OMS para la interrupción de un embarazo, incluido el aborto con medicamentos.
La guía fue elaborada en el marco del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, que promueve la incorporación de los servicios de aborto no punible (ANP) como parte de "las políticas integrales de salud sexual y reproductiva y en especial, de la prevención y el manejo del embarazo no deseado". Esta Guía puede servir para orientar la elaboración de Protocolos Hospitalarios en los ámbitos Nacionales, Provinciales y Municipales, Públicos y Privados.

5)      El tema del “aborto no punible” pertenece esencialmente al ámbito de la Salud Pública, y está comprendido en el Derecho a la Salud, que a partir del 94 adquirió rango constitucional. Según la Observación general (OMS, 2000), el derecho a la salud abarca cuatro elementos:
  • Disponibilidad. Se deberá contar con un número suficiente de establecimientos, bienes y servicios públicos de salud, así como de programas de salud.
  • Accesibilidad. Los establecimientos, bienes y servicios de salud deben ser accesibles a todos dentro de la jurisdicción del Estado Parte.
    • no discriminación
    • accesibilidad física
    • accesibilidad económica (asequibilidad)
    • acceso a la información
  • Aceptabilidad. Todos los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán ser respetuosos de la ética médica y culturalmente apropiados, a la par que sensibles a los requisitos del género y el ciclo de vida
  • Calidad. Los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán ser apropiados desde el punto de vista científico y médico y ser de buena calidad.
Al igual que todos los derechos humanos, el derecho a la salud impone a los Estados Partes tres tipos de obligaciones, a saber:
  • Respetar. Exige abstenerse de injerirse en el disfrute del derecho a la salud.
  • Proteger. Requiere adoptar medidas para impedir que terceros (actores que no sean el Estado) interfieran en el disfrute del derecho a la salud.
  • Cumplir. Requiere adoptar medidas positivas para dar plena efectividad al derecho a la salud.

En resumen, hemos visto que el acceso al “aborto no punible” es un derecho de la mujer en determinadas y precisas circunstancias, cuya práctica es del ámbito exclusivo de los Servicios de Salud, estatales o privados, que, como instituciones, están obligadas a dar la respuesta adecuada, en tiempo y forma, a ese derecho, que está amparado por la Constitución Nacional.


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Una sola persona

                                  Kant definió la persona como “la libertad e independencia frente al mecanismo de la naturaleza entera, considerada a la vez como la facultad de un ser sometido a leyes propias, establecidas por su propia razón”. (J.Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía)
   
    Dos amigos de mediana edad, E y C, sentados en un Café -Bar del centro de la ciudad. Finalizadas sus actividades, se han encontrado para beber algo juntos y charlar. E  manifiesta algo y C le responde con una proposición que suena insólita.
   -Parece una situación fabricada, un montaje poco serio sin viso de realidad- dice E con tono ligeramente admonitorio.
   -¡Realidad! A ver…dejemos de dar vueltas alrededor de las cosas y entremos en materia, si a la realidad la podemos objetivar como elemento concreto- contesta C.
   -¡Caramba! Nos estamos poniendo serios… A ver, dame un ejemplo-  pide E, levantando las cejas y echando el cuerpo hacia atrás, como para enfocar mejor a su amigo.
  - Eso que te parece a vos una situación fabricada, un forzado armazón teórico, es nada menos que una descripción novedosa, original de una realidad de las muchas que nos rodean e involucran, que no ha sido observada así hasta ahora- empieza C con tono pausado, midiendo el alcance de cada palabra del discurso. Espera la interrupción, que llega:
   -Tengo mis dudas de no haber escuchado o leído antes sobre esa argumentación…- E limita la originalidad de lo que C ha empezado a exponer, a lo que éste agrega:
   -Mejor. Dicen que la locura no compite con la realidad cuando se hace colectiva… Pero sigamos: La filósofa Laura Klein expuso su argumentación en el diario Clarín en 2005, y decía que era “tan irresponsable asociar el aborto con el homicidio como afirmar que el embrión no es persona”. Cuando leí la frase, borré inconscientemente la negación, y la construí así: “como afirmar que el embrión es persona”. Había leído el análisis que ella hace de los Códigos Civil y  Penal, y así el razonamiento me cerraba absolutamente.
   - Entonces te convertiste en un irresponsable…- rió E.
   - Mmmm, no. No me parece. No lo consideré un juego intelectual. Al contrario; la responsabilidad me obligaba a avanzar en lo que  vos considerás una tesis irreal.
    - ¡Más irresponsable aún…!  La Inquisición estaría golpeando en la puerta de tu casa para llevarte a la hoguera- completó E.
    - Como a Julio Cesare Vanini, en Toulouse en el siglo XVII, que puso en duda la inmortalidad del alma y propuso por primera vez que el hombre desciende del mono-  rememoró C.
  - Entonces avanzaste…
  - Sí. Así como visualicé cual golpe en la cara esa realidad, recibí otro golpe de rebote en la nuca, más fuerte y rutilante aún, cuando comprendí, de una y cabalmente, que la mujer, como el hombre, es una sola persona durante toda su vida, desde que nace hasta que muere, no obstante las etapas diferentes que vive relacionadas con la reproducción, - completó C con satisfacción y algo de orgullo.
   - ¡Ajá! ¡Una sola persona! ¡Como nosotros, ni más ni menos! Pero, decime: ¿cuándo alguno de nosotros ha estado “embarazado”? - E esbozaba una sonrisa algo despectiva.
   - Mejor no entres en esa, porque con la actual “reproducción asistida”, te auguro que verás a algún masculino grávido más temprano que tarde paseando por la calle y mirando vidrieras de ropa para bebés- completó rápidamente C, que no quería perder el hilo de los pensamientos…
   - ¡Vade retro Satanás!- gritó riendo E
   - Volvamos- dijo rápido C. - Definamos: Hombre y Mujer = Personas. Embriones, fetos, no nacidos, o sea, lo que los abogados llaman en latín  nascitorum: Proyectos de Personas. El momento del cambio, del quiebre, es el parto, el nacimiento, que como su nombre lo indica es el nacer, con el inevitable corte del cordón umbilical, el cierre definitivo e irreversible del canal de comunicación con el seno materno.
   - ¿Y entonces…?
   - Entonces son, efectivamente, tanto biológica como legalmente, dos personas. Dos personas similares, constitucionalmente y fisiológicamente, ya que, fijate la sutileza, ambas respiran igual desde entonces.
   - Ambas respiran igual… No lo había pensado antes,- medita E. - O sea que vos decís que el feto no respira…
    -  No, hombre, no respira con los pulmones. Recibe por la sangre el oxígeno que respira la madre. Eso es fisiología básica-  completa C, algo irritado por la ignorancia básica de E.
   - Si la mujer, como vos decís, es “una sola persona toda su vida”, la legislación actual sobre el aborto perdería vigencia- razona E.
   - Una realidad “real”  desplaza a una realidad “fabricada” a lo largo del tiempo, desarrollada para mantener el statu quo de supremacía y dominación del hombre  sobre la mujer…Todo un tema. Reconocido el estatus de persona única, la mujer entra en posesión completa de los derechos que otorga a todos los ciudadanos el artículo 19 de la Constitución Nacional. Pavada de trastoque. El embarazo pasa a ser un tema privativo del sexo femenino… - C se recuesta satisfecho sobre el respaldo de la silla.
   - …Siempre que no perjudique a terceros- apunta E.
    - “Terceros” son “terceras personas”.Un proyecto de persona que, si no nace vivo para el Estado nunca existió, como dice el artículo 74 del Código Civil, no constituye un “tercero”- enfatizó C.
    - Parece que tuvieras todas las respuestas…
    - Es que hay una trama artificial y fantasiosa, basada en un lenguaje ontológico con complementos místicos alrededor de estos temas. Leyendo, informándose,  pensando y reflexionando, uno busca desenredar el ovillo y aclararse por dentro…
   - Decías antes que la Biología te hizo descular el primer intríngulis… - Volvía E a un tema pendiente.
   - Mirá, el artículo 70 del Código Civil dice que “desde la concepción en el seno materno comienza la existencia de las personas”, y éste es un “concepto”. Concepción- concepto. ¿Ves cómo van juntos? Pero se ha, digamos, viciversado la realidad, asimilando la palabra concepto a la concepción. Interesante voltereta, ¿no?
   - A ver si puedo seguirte…-  E se arrima sobre la mesa, codos de por medio.
   - El concepto de persona, que deriva de máscara de los griegos, se lo intenta hacer confluir con el concepto de concepción, o mejor, de fecundación. Y aquí llegamos a la Biología.
    - ¡Ajá! Y ésta dice…
   - Que hasta el día 14 el óvulo fecundado, la célula origen de un  individuo, puede dividirse y dar lugar a dos, tres o más individuos…Puede ser singular o plural- afirma C.
    - Bien. O sea que no puede ser considerado exclusivamente el origen de “una sola persona”- agrega E.
    - No. Y además, hasta el día 24, fecha en que se cierra el neuroporo anterior, no hay sistema nervioso central, el cerebro que le dicen. Si el neuroporo anterior no cierra, se origina un “feto anencefálico”, no viable. Estos son conceptos científicos demostrados y demostrables. Por lo tanto, si de origen queremos hablar con certeza, deberíamos hacerlo a partir de esta fecha. Por otro lado, el embarazo, el “proyecto de persona”, biológicamente hablando, para la mujer, es en un todo asimilable a una situación transitoria de “parasitosis”, pues el embrión se comporta como un “cuerpo extraño” frente al organismo de la mujer, al punto que se encuentra “aislado” inmunológicamente de ella. El embrión y luego el feto, crece y se desarrolla a expensas de los recursos que encuentra en la sangre de la madre a través de la barrera placentaria. Aunque ella esté anémica y desnutrida y osteoporótica, él igual va a tomar todo el hierro, las proteínas o el calcio que pueda, haciendo abstracción del posible daño que pueda ocasionarle a ella. Guste o no guste el término, se comporta, orgánicamente, como un parásito, claro que a plazo fijo. Es por ello que existe el inc. 1º del art. 86 del CP, que sale en defensa de la madre ante riesgo de vida o salud- completa C.
    - Es duro lo que decís…- agrega serio E.
     - Con todo respeto lo digo, pero es nada más que una descripción de la realidad, no una construcción intelectual, y volvemos al inicio de nuestra charla-  termina C.
    - Realidad que puede no gustar a más de uno…
    - Mirá, no quiero aquí parafrasear a Serrat-. E ríe-, pero no hay que dramatizar con estos conceptos que no hacen más que llamar a las cosas por su nombre. Y te diré algo más: Desde tiempos inmemoriales la mujer ha sido y sigue siendo la garante, la más segura salvaguarda del fruto de la concepción. En definitiva, es la responsable por excelencia de la reproducción de la especie.
    - Cuando no decide abortar- agrega como espina E.
    - Mirá, nadie, incluyendo a la mujer que se lo practica a sí misma,  salvo los “causantes” (así los nombra el Código Penal), está a favor del aborto. Y a pesar de este hecho, que es desgraciado para todos, menos para esos “causantes”, que con él lucran y cómo, la mujer sigue siendo el pilar fundamental de la sociedad en este tema. El hombre es un accesorio. Importante accesorio, pero accesorio al fin. - C mira con curiosidad a E, esperando una reacción hostil.
    - No estoy tan de acuerdo en esto. Me parece que te estás arrinconando en un extremo- sugiere E.
    - Los extremos pueden resultar puntos de partida interesantes, novedosos. Mirá, para mí, la mujer- avanza definitivamente C -, es la depositaria, la poseedora por naturaleza, del supremo secreto de la vida. ¿Te gusta la frase?  A mí, me encanta. Deberíamos respetar sus decisiones, aunque no nos gusten, y no criminalizarla por no cumplir con nuestros mandatos de género, que vienen de la noche de los tiempos…
   - Para vos, este tema del aborto es menor…- dice E con gesto de duda.
   - Ni menor, ni mayor. Es un hecho, una realidad conectada con la reproducción humana, que es básicamente femenina. Es, fue y será una decisión privativa de ellas avanzar o no con un embarazo - completa C.
    - No estoy de acuerdo. ¿Y el marido, o la pareja…qué? - Y E empuja el mentón hacia delante, enfatizando la pregunta.
    - Puede influir, apoyar, acompañar para un lado o para el otro. Pero sólo eso. Tal como debiera comportarse el Estado, favoreciendo las condiciones para aumentar las estadísticas de los embarazos deseados. Trabajando “a través de la madre”, y no “ a pesar de ella”… Y brindarle protección y asistencia en caso contrario.
    - Quizá tengas razón… Al fin y al cabo, a pesar de la penalización, los abortos se siguen haciendo igual…- medita E.
    - …Clandestinos, y los más, en pésimas condiciones sanitarias, con las consiguientes complicaciones que llegan a la muerte en algunos casos- remata C, y se incorpora –. Salgamos- agrega-, descolgando el saco del respaldo de la silla del Bar. Se lo ajusta y, de espaldas a él, una mujer embarazada pugna por transitar entre dos sillas. E le sonríe, sentado aun, y opina:
     - Poco espacio incluso para una sola persona- y mira a C, que le sugiere:
     - Preguntale que es lo que siente. Ahí tenés la realidad vivita y coleando-. La mujer ha oído algo de la conversación, y los mira con curiosidad. E realiza la pregunta dando vueltas alrededor del concepto. Ella no entiende. Cree ser objeto de una broma, y amaga retirarse. Interviene C. Directo. Ella sonríe y responde:
     - Siempre he sido y seré una sola persona. Y esto- señala su abdomen prominente-, es mi mayor orgullo y mi mejor esperanza.
     Los amigos salen. En la calle, antes de despedirse, C repite:
- “Mi mayor orgullo, y mi mejor esperanza”. Y conste que no lo dije yo…- termina con una franca risotada.
   - Ya lo sé- agrega E-. Hay tanta retórica que se podría resumir en tan poco espacio…
   - Siempre es así, estimado. Estamos impregnados de facundia vacía, viciada de conceptos vetustos  y confusos, matizada por decisiones arbitrarias, producto de miedos irracionales o de concepciones mentales arcaicas….
     - Sí, lo esencial es…- empieza E, estirando una mano para despedirse.  C le responde mientras estrecha su mano:
     - Yo hace un rato evité a Serrat. Vos no me traigas de postre a Saint Exupéry…

miércoles, 6 de junio de 2012

Prejuicios




Dos sorpresas. Nietzsche no era antisemita. En Más allá del bien y del Mal habla muy prudente y elogiosamente de los judíos. Y era algo reacio a reconocer la igualdad del hombre y la mujer, pero por defender lo que consideraba condiciones femeninas, que al igualar al hombre, la mujer perdería. No parece una actitud machista. Los pensadores solitarios no parecen tener prejuicios de género ni de raza. Defienden la originalidad donde existe.

Hoy en día, la globalización nos empuja hacia la igualdad y nos golpea desde las desigualdades. La información global nos compromete, guste o no guste. Es más difícil la indiferencia.
Ser hombre o ser mujer  parece que ya no alcanza. Hay que apuntar a algo más. Hombre inteligente, hombre exitoso, mujer inteligente, mujer exitosa. ¿Será lo mismo?

Cuando decimos que un hombre es inteligente, nos referimos a sus cualidades intelectuales, carrera, profesión, y lo mismo si es exitoso. Poder, dinero, reconocimiento social. Que también equivale a seguridad en sí mismo. Si decimos que una mujer es inteligente, también valoramos sus cualidades intelectuales, pero hay algo más, también, o más aún, se valora su actitud frente a la vida, a sus relaciones, es inteligente porque... y allí hay una diferencia sutil, que de alguna manera  condiciona la valoración de la inteligencia femenina. Es inteligente una mujer cuando sabe adaptarse con éxito a las demandas de la sociedad, de la familia, y además, se da maña para hacer una carrera, trabajar exitosamente en una profesión, y ocuparse de sus propias cosas. Ardua esa tarea, la de la mujer  de demostrar inteligencia, éxito y seguridad en sí misma.

Con respecto a la mediocridad, se juzga más duramente al hombre. La falta de ambición, de éxito, va en desmedro de su consideración social. A la mujer mediocre, en cambio, hasta se la elogia. Es una buena mujer, es de familia, es una buena ama de casa (aunque su interés no pase de barrer el patio,  mirar telenovelas y  a veces, preparar la cena).

Feminismo para algunos es sinónimo de abandono de las consideradas cualidades intrínsecas de la mujer. Y asimilarse a las condiciones masculinas de ambición, y poder, dando prioridad a su cerebro izquierdo, con  exclusión o subordinación del derecho. Machismo es afirmar lo que está, lo que se da, lo que la sociedad ha aceptado y acepta como roles naturales de géneros.

La sociedad moderna tiene otros planteos. Un intercambio de roles entre los sexos, sin necesidad de tomar actitudes extremas, de exclusión. Para definir estos nuevos roles, que se entremezclan y son dinámicos, hay que tener en cuenta el marco en que se desenvuelven. En algunos países, como el nuestro, hay posibilidades de intercambio, de crecimiento y desarrollo de alguna manera indefinido, permitiendo el cruce de roles, claro que con ciertas limitaciones. La educación aún no ha avanzado demasiado en esto, y la estructura familiar sigue siendo bastante tradicional, aunque con menos rigidez que en el pasado. Un hombre de la casa, sin ambiciones sociales ni profesionales marcadas, no es bien visto, aunque sea aceptado. Y una mujer ambiciosa, profesionalmente exitosa, es respetada aunque no puede liberarse de la sospecha de haber abandonado su rol esencial de ama de casa, madre de familia, mujer amable y bien dispuesta, etc. etc.

¿Hacia dónde vamos? Es difícil saberlo. Si nos definen las reglas y las excepciones, estamos en un círculo vicioso. Si logramos abandonar los prejuicios arcaicos y las tendencias impuestas a través de los siglos,  ¿tendrán ya su correlato genético?, quizá podamos encontrar  alguna punta al ovillo (que debe tener más de una).

Las parejas homosexuales aún son una curiosidad en nuestra sociedad, pero evidentemente están anunciando algo: El fin de la exclusividad heterosexual. (*) Será por eso que en ciertas partes de la sociedad son muy resistidas. Porque aunque entre ellos se definan roles, la masculinidad y la feminidad están obligadamente desdibujados. ¡Gracias a Dios que no pueden reproducirse!, anuncian los tradicionalistas. ¿Quien puede afirmar eso hoy en día? Las parejas femeninas en poco, o mediano tiempo lo lograrán. Parece algo más difícil el camino biológico de la reproducción masculina. Pero, ¡cuidado! No suena imposible tampoco.

Si tomamos en consideración los comportamientos intrafamiliares y sociales de los seres humanos que interactúan con el mismo sexo, veremos allí una guía que puede indicarnos hacia dónde debería apuntar el comportamiento de los seres humanos que interactúan heterosexualmente. Digo, para encontrar esa punta del ovillo, hacia dónde vamos con las nuevas tendencias, donde el hombre y la mujer son primero individuos, y luego ellos definen sus roles familiares y sociales, y los prejuicios dejan de condicionarlos.

Dicen que en este camino evolutivo el hombre pierde. ¿Quién lo dice?  El mismo hombre, y algunas mujeres que no se resignan a abandonar ese seudoprivilegio de arcaica dependencia. Si el hombre pierde su rol privilegiado, no volverá a tener nunca más el protagonismo que la historia de la raza le ha asignado. Aparece el miedo. La tendencia al poder excluyente  es muy fuerte en el género masculino.

La mujer no parece temerle al cambio. Diferencia fundamental. ¿Y la idea del poder en la mujer? ¿Es excluyente como en el hombre? Parece más inclinada y dispuesta a compartir el poder. Tiene entonces, más armas que el hombre.

Si pensamos por un minuto en nuestra situación individual frente a esto, si pensamos en el cambio que deberíamos hacer individualmente para  ayudar a equilibrar la balanza, podemos darnos cuenta si sentimos miedo, o alivio, si es enojo o amable euforia, si eso  nos incita a la violencia o hacia  la pax anima, si consideramos esto posible, o  una mera elucubración sin pies ni cabeza.

Somos animales bípedos y pensantes en medio de una naturaleza amplia, variada, evolutiva, vitalmente seductora, femenina per se, y sentimos, los xy , desde tiempos inmemoriales la obligación y la necesidad de dominarla, con cualquier medio y a cualquier precio. Lo hemos hecho, y los resultados están a la vista.

Si nos miramos al espejo, vemos a alguien parecido a uno. Si miramos a alguien, vemos la imagen que ese espejo refleja de uno. Que no es lo mismo. Vemos otras  imágenes, que nos halagan o nos horrorizan. Aceptarlas como una realidad es ir más allá. Sacarlas de la imaginación y reflejarlas en un espejo para que este nos las devuelva es una manera de integrar realidades, interiores y exteriores. El intelecto se entremezcla e interactúa con la emotividad. Los cerebros derecho e izquierdo hacen algo más con el cuerpo calloso que transmitirse mera información: Configurar al fin, una sola cosa: Verdadera identidad.

Los prejuicios dan seguridad. Los cambios, miedo. Abandonados los prejuicios, los cambios son meros pasos evolutivos, naturales, esperables. Deseosamente esperables.

¿Qué tiene todo esto que ver con el comienzo con Nietzsche? Quizá nada, pero los prejuicios y el desconocimiento estaban presentes.

Si el campo de las religiones se  circunscribiera al hemicuerpo superior de las personas,  ¡cuántos prejuicios estaríamos dejando en el camino!

Abandonar el prejuicio como motor de las acciones, individuales y colectivas, pone en tela de juicio la moral, la entendida  hasta nuestros días. La moral, cuya inevitable característica es la  parcialidad. Y su mayor riesgo es pretenderla universal.

“El fin justifica los medios”.  Máxima aceptada como lógica corriente, esencialmente masculina, creo yo.
“Los medios deben justificarse siempre por sí mismos”, suena más cerca de la feminidad, como extraída de la Naturaleza.

El poder en manos del hemigénero xx suena interesante. Intuyo que avanzar en ello no implica violencia, sino convencimiento. El cansancio se adivina en los roles ya marchitos. El dolor de la injusticia global no parece ser soportable en el tiempo. De individuos a sociedad, y luego en sociedad, individuos sociables. Me impresiona más humano, si a esta altura podemos decirlo así.

(*) En la actualidad las leyes de Matrimonio Igualitario y  de Identidad de Género son un avance indudable en este camino.