martes, 17 de febrero de 2015

Ay, Hombre...



Ay, hombre que no te atreves,
Ay , hombre que te confundes,
Ay, hombre que no comprendes,
Ay, hombre, que no distingues
Dónde está la diferencia
Entre  la dicha y la euforia
Entre  la debilidad y la gracia
Entre el  poder de la esencia femenina
Y la fuerza  del instinto masculino.
Ay, hombre que no distingues
Entre la voluntad de posesión
Y el amor sin título de propiedad.
Entre el amor sin engaños
Y los engaños atribuidos al amor.
Hay hombre, que no indagas la diferencia
Entre   compromiso y  promesa

Entre  libertad y poder,

Entre la ansiedad y el deber,

Entre la vida y el sueño,

Entre lo tosco y lo fuerte,

Entre la mentira que te dicen

y la mentira que te dices.

Ay, hombre que no conoces

La intimidad de lo simple

La propiedad femenina de tu centro.

El valor de la palabra “gracias”

Ni el poder del pedir  “por favor”.

Ay hombre que no conoces

La calidad de tu potencia integrada

La dosis exacta de tu optimismo sin ruidos

El ritmo preciso de tu aliento amable

La forma delicada de tu propio corazón.

Ay hombre, que crees que no precisas

De  la suavidad y la ternura que te nutre,

del  rasgo femenino de tu esencia

Que se oculta debajo de tus manos

Y  presiona en la luz de tu mirada

Y dulcifica el tono de tu voz.

Ay, hombre que pasas sin ver nada

Y te ocultas  entre el pasado y del futuro
Y te aferras  al presente con tal ímpetu
Que terminas fuera de él, lejos de ti,
Ajeno a los significantes de tu vida.
                        Y en tus sueños, sueñas con aquello                          
Que nunca acaba de comenzar…

Ay, hombre,
¿cuándo empezarás a ser hombre...?

























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