domingo, 11 de enero de 2015

La Hora de la Yegua o El Ocaso del Dragón

                                                       El camino de la Tierra, ¡cuán entregado es por cierto! Acoge al Cielo dentro de sí, y actúa a su debido tiempo: Cuando lo posible (Lo Creativo) se vuelve real ( Lo Receptivo). I Ching.

                                     I

          Año 1969: Hacia un semifinal de la especie
                                                         Sólo a la hembra le está      reservado el supremo secreto de la vida. Al macho, aceptarlo con dignidad y, mientras pueda, acompañarla.



                               "Supongamos que por casualidad o premeditadamente, algún representante del sexo femenino de la especie humana descubre el método de separar, sin posibilidad de error, los espermatozoides x de los espermatozoides y del semen humano. Supongamos que también decide cultivar en gran escala células vivas de testículo humano, y que de esos cultivos obtiene una producción suficiente de espermatozoides x como para inseminar, en un momento determinado, a todas las mujeres fértiles del planeta. Supongamos que éstas adhieren al proyecto de reproducirse artificialmente, prescindiendo de la relación íntima con el sexo masculino. Una hija por cada una bastaría para prolongar la especie con el sexo femenino, exclusiva e indefinidamente. Y el hombre, en dos o tres generaciones, unos cien años o poco más, desaparecería irremediablemente de la faz de la tierra. O quizá quedarían algunos ejemplares para proveer de materia prima a los cultivos productores de espermatozoides." (1)
                                            El doctor Y, médico joven con pocos años de recibido, de fértil imaginación y prolongados desvelos, enciende tal vez el último cigarrillo de la noche, camina hasta el baño mientras la luz de la luna se cuela a través de la ventana de la terraza, iluminando pálidamente el silencioso ambiente a las tres de la mañana. El texto queda prendido a la máquina de escribir; se acuesta aún fumando y ya piensa en su actividad, en su dura profesión, mucho más inmediata, ya que antes de las ocho de la mañana deberá estar trabajando en el Hospital.
                                                En algún momento, cuando tenga tiempo, quizá vuelva a leer lo que dejó escrito en esa hoja y a meditar sobre ello. Tal vez.


                                                II


            Año 2025 (9): El ocaso del dragón (Ch'ien).

                                     En la Sala de Conferencias del Ministerio de Salud, reunidos con el ministro los secretarios, científicos, técnicos, empresarios, sindicalistas, religiosos, en fin, dirigentes varios representando una gran mayoría entre las fuerzas vivas de esa comunidad.
                                      El técnico en Demografía extiende unos gráficos, mientras confirma datos en la computadora, que zumba suavemente a un costado de la mesa de reuniones.
                                         -En distintas ciudades de nuestro país el problema, si podemos llamarlo así, es de crecimiento logarítmico. En otros lugares, el avance es menos acentuado, pero en todos los sitios estudiados las cifras dan un sostenido aumento. Como ustedes pueden apreciar en este gráfico- y señala unas columnas cada vez más altas, paralelas a otras cada vez más bajas-, en los últimos cinco años, la proporción ha evolucionado de 2,4 a 1 a 5,1 a 1. La tendencia es muy firme. No hay posibilidades de error en nuestros cálculos. Además, cualquier médico obstetra o de niños, partera o maestra jardinera lo puede confirmar, porque la diferencia ya es un hecho.
                                            -De mantenerse este ritmo, ¿cuándo se podría considerar irreversible?- pregunta el ministro.
                                              -Eso dependerá de la causal del fenómeno. Si sigue actuando sin interferencias, liberada a su completo desarrollo y expansión, calculo que en unos cincuenta o sesenta años la proporción podría estar en 99 a 1. Pero esta proyección es aproximada, ya que habría que tener en cuenta otros factores que irán agregándose al suceso, seguramente con consecuencias más serias, ya que las tasas de natalidad caerán abruptamente ante la bajísima proporción de hombres con respecto a las mujeres.
                                             -¿Raíces probables de este acontecimiento, señores?- y la mirada interrogante del ministro llega hasta tres personas de guardapolvo blanco. El de mayor edad, doctor en Genética responde:
                                               -Los niños que hemos estudiado, desde el punto de vista genético, son absolutamente normales; sus padres también. Los espermatozoides de los adultos estudiados, también cuentan con material cromosómico totalmente normal. El tema, aparentemente, no pasa por la Genética. Nuestros colegas de Reproducción Humana y los de Ecología y Medio Ambiente también han estudiado esto y pienso que algo tendrán para decirnos.
                                      El más joven, sentado a la derecha de quien hablara, se pone de pie, se acerca al pizarrón, a espaldas del ministro y comienza:
                                       -Hemos estudiado "in vivo" la reproducción humana. El esperma ha resultado absolutamente normal. Para quienes no lo saben, diré que en el esperma de todos los animales, incluidos nosotros, hay dos clases de espermatozoides: Los x y los y. Los primeros, casi iguales genéticamente al óvulo, al unirse con éste producen una hembra xx; los segundos, con importantes diferencias genéticas en el cromosoma sexual, producen un macho xy. Ahora bien, si los espermatozoides son normales en su gran mayoría, y cuentan con una proporción de 50% y 50%, los productos o sea, los embriones, deberán mantener aproximadamente esa proporción. Así fue siempre. Pero esto es lo que no está sucediendo de un tiempo a esta parte, ya que hemos comprobado, y no una sino cientos de veces, que los espermatozoides y disminuyen su vitalidad y movilidad inmediatamente de ser emitidos. Y el contacto con secreciones genitales femeninas, incluida la membrana externa ovular, literalmente los destruye. Los disuelve sin remedio, ya que ni siquiera "in vitro" y luego de cientos de lavados, logramos fertilizar óvulos con estos espermatozoides. Todas las drogas conocidas o sustancias potencialmente tóxicas, radiaciones o cambios ambientales físico-químicos que hemos estudiado junto con los técnicos de Ecología y Medio Ambiente aquí presentes, y ellos lo pueden corroborar- algunas cabezas hacen gestos afirmativos-, buscando alguna relación causal directa con este fenómeno, han dado resultados tan pobres que debemos considerarlos negativos. Nuestras conclusiones, por ahora, sugieren que han habido algunos cambios intrínsecos en los espermatozoides y que aceleran exageradamente su metabolismo y reducen su fugaz existencia a una mínima expresión. Si le agregamos la natural agresividad del medio femenino hacia ellos, colaborando con su rápida destrucción, bueno, los resultados están a la vista. Tampoco existiría un exceso del compuesto denominado undecanal – que es un antagonista que bloquea el efecto del bourgeonal-, ni habría errores en el olfato de los espermatozoides y, ya que sus receptores olfatorios responden siempre satisfactoriamente al llamado del bourgeonal (2). Entonces, creemos que el verdadero origen de este fenómeno aún permanece en las tinieblas del conocimiento humano, y esa carencia, lamentablemente, nos impide elaborar una estrategia que sirva como adecuada respuesta a esta curiosa manifestación de la naturaleza- y dando por finalizada la disertación, suspira y regresa a su asiento.
                                             -En parejas que han procreado varones, los estudios han dado resultados mínimamente alentadores- comienza otro doctor -. Pero percibimos una tendencia a inclinarse hacia ese estado, llamémoslo así, de claudicación o rechazo. Estudios de varones de estos últimos cuatro o cinco años nos indican que cuentan positivamente con mayores posibilidades de que las futuras concepciones sean del sexo femenino.
                                             -Un muestreo al azar- intercala el demógrafo- con las reglas clásicas estrictamente seguidas, nos indica que, tanto en medios urbanos como rurales, cinco de seis mujeres en edad fértil se encuentran en condiciones de reproducirse exclusivamente a través del sexo femenino. Y de las que aún pueden producir varones, la tendencia es de aproximadamente uno en diez embarazos. Si esta situación no se revierte a corto plazo, señor ministro, significará el final del sexo masculino en un plazo no mayor de un siglo.
                                            -En otros animales, ¿se tienen noticias de que esté sucediendo algo parecido?- pregunta el ministro al biólogo presente.
                                             -No, señor; no hay ningún dato que sugiera nada similar en el resto de la reproducción animal. La especie humana tiene el privilegio - y sonríe con un dejo de melancolía - de semifinalizar de esta curiosa manera.
                                               -Con la bomba atómica por lo menos hubiéramos desaparecido juntos- completa algún funcionario ofuscado.
                                               -¿Por qué semifinalizar, doctor? ¿Cómo cree que termina esto?- pregunta algún desprevenido de la audiencia.
                                                -De la única manera que lo veo factible ahora, salvo que tomemos la decisión drástica y apretemos el botón de una buena vez...


                                        III

              Año 2130 (6): La hora de la yegua (K'un).

                                           En un Hospital de alta complejidad, la doctora X reunida con su equipo de colaboradoras en el salón anexo a su despacho. Todas ellas son mujeres. Como quienes se encuentran en la recepción, en las tareas de mantenimiento, en el área de servicios, en los quirófanos; hasta en las ambulancias de paramédicos... Como son todas las personas que se atienden allí. Como lo son quienes deambulan por las calles, circulan en vehículos por la ciudad, comen en los restaurantes, se divierten en los cines y teatros, deciden en las oficinas públicas, compran y venden en los comercios, en las empresas, pequeñas o gigantescas. Como lo son quienes, formando pequeños núcleos familiares o grupos comunitarios, residen en diminutos departamentos, grandes casas o petit-hoteles.
                                      -Debo comunicarles que hemos logrado viabilizar el proyecto-comienza anunciando-. He recibido informes muy alentadores de los otros Centros Experimentales, y, superada la última barrera biológica, de ciento cuarenta y ocho experiencias piloto, más de cien han dado resultado positivo. Estamos logrando lo que la ciencia ni soñaba cien años atrás, y apenas imaginaba posible hace cincuenta años. La imperiosa necesidad de perpetuarnos nos llevó a tomar la decisión de avanzar sin dudas por este difícil camino. Es por todas ustedes conocida la dificultad que tuvimos para almacenar suficiente cantidad de material reproductivo masculino- y al mencionar al compañero extinto, un silencio absoluto se adueña de la Sala. La voz suave pero firme de la doctora X vuelve a apoderarse de la audiencia:
                                         -Cultivos de tejido testicular fueron harto insuficientes; en algunos Centros las normales radiaciones dispersas en el medio ambiente fueron suficientes para inactivarlos hasta destruirlos. En pocos años, como ustedes saben bien, debido a la alta demanda, se convirtieron en preciosísimo material por su significación, fragilidad y rareza, y apenas pudimos inseminar una de cada mil quinientas mujeres en edad fértil, y ello una vez en la vida-. Bebe de un vaso un largo trago de agua, carraspea y luego retoma la conferencia:
                                         -Como les informaba al principio, hemos superado las dificultades que nos oponía la biología natural para lograr la fertilización del óvulo con material nuclear de otro óvulo, haciendo realidad el Trasplante Pronuclear (3), donde todos los genes nucleares, o sea, ambos juegos de cromosomas haploides, provienen del sexo femenino. Son los cigotos denominados ginogenéticos, cuya barrera natural era que mostraban desarrollo embrionario relativamente satisfactorio, pero muy deficiente de las membranas y placenta. Y en el pasado, los experimentos no resultaron viables. Porque los cromosomas derivados del hombre y de la mujer, por lo menos algunas porciones del material genético de ellos, resultan imprescindibles para el desarrollo normal del embrión, sus membranas y la placenta. Del estudio del material genético masculino haploide con que contamos -espermatozoides x - pudimos reelaborar, trasladar y modificar los genes esenciales del material haploide femenino para que uno de ellos fuera idéntico, genéticamente, al espermatozoide x. Esto no es para nada clonación, y cada embrión es único, parecido sólo a sí mismo, y cuenta con dos progenitoras distintas, que le proveen, cada una, su mitad genética. El modificado funciona como un espermatozoide x. El otro, como siempre, es el óvulo receptor. La única diferencia con las anteriores fertilizaciones asistidas, es que de esta manera, ambos padres son femeninos.
                                         Otro momento de incondicional silencio se apodera de la Sala. Las colaboradoras han escuchado con crecida atención, comprendiendo las inevitables e inexorables consecuencias de los hechos relatados. La doctora X finaliza expresando en voz alta sus más íntimos pensamientos:
                                         -No vayan a creer que esta situación fue producto de alguna actitud feminista a ultranza, o de rechazo final al sexo masculino, aunque alguna puede sentirse justificada al pensar así-. Varias sonrisas surgen en los tensos rostros, y algunas cabezas se mueven afirmativamente-. Aún siguen oscuras las causas por las cuales nuestras antecesoras, en un momento determinado de la evolución, comenzaron a ser fertilizadas exclusivamente con espermatozoides x, y se perdió la capacidad para hacerlo con los espermatozoides y. Lo demás, todas ustedes lo conocen muy bien. Este último paso, trabajosamente logrado, no ha sido más que el resultado de una búsqueda desesperada por mantener viva a nuestra especie.
Finalizada la reunión, cada una, sola, en pareja o en grupo, se aleja hacia su lugar de trabajo. Quedan solamente la doctora X y una colaboradora bastante allegada a la experiencia, quien, poniéndose lentamente de pie, se le acerca con una sonrisa enigmática en el rostro. Ante el gesto de interrogación de su jefa, pregunta:
                                      -Doctora, tengo una duda desde que comenzamos con esta investigación...
                                       -Sí, dígame lo que sea.
                                       - Sé que actualmente no es posible lo que estoy pensando, pero... si hemos logrado dar este paso tan trascendente, podríamos luego dar el otro, para volver a ser como éramos antes...
                                         -No le comprendo bien... explíquese mejor-. La doctora X observa con curiosidad a su joven colega. Interesada, se sienta en una silla, y la otra médica seguidamente la acompaña. Luego la mira directamente a los ojos y avanza:
                                         -Si hemos podido modificar al material cromosómico haploide femenino, convirtiéndolo en un símil del espermatozoide x, también podríamos intentar transformarlo genéticamente en espermatozoide y, ¿no le parece, doctora?
                                          -Es mucho más difícil... Tiempo al tiempo, doctora. Usted va demasiado rápido; su planteo no está dentro de nuestros objetivos prioritarios, y en ese sentido debemos primero afirmarnos nosotras, como Sociedad Femenina, antes de hacer experimentos que puedan alterar este equilibrio tan dificultosamente logrado...
                                            -Entonces, lo que usted nos explicó con respecto a...
                                       -Vamos a trabajar, querida, que ya se ha hecho tarde- y la doctora X se pone de pie, sin esperar respuesta. Se aleja por el pasillo, inundado ahora por el sol de la media mañana, con pasos firmes y rápidos, flameando a los costados el guardapolvo abierto, hasta que una puerta de vidrio vaivén la devora con un golpe rutilante de enceguecedora blancura.






Referencias:
(1) En el año 2007 ya se anuncia en los países del norte la aplicación de una técnica segura para separar los espermatozoides x de los y. (La Nación, Ciencia y Salud, ...2007)
(2) Science: Marc Spehr, Universidad Bochum-Ruhr, Alemania.
(3) Cl. Ped. de N.A. vol 2 1992- Genética Médica. Pág. 331: Herencia no Tradicional, K.Duffin Austin y Judith G Hall

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