sábado, 27 de julio de 2013

Implantación diferida, una clave de la Naturaleza

En una nota anterior titulada: “Embrión o  Persona,  ¿de qué estamos hablando…?”, se planteó la disyuntiva: ¿Es el embrión una persona? 
Paremos aquí. Hablamos utilizando dos lenguajes diferentes, como comparando peces con piedras. Embrión es una definición científica propia de la Biología. Persona es una definición jurídica u ontológica, nunca científica, pues está fuera del ámbito específico de esta última.

Las definiciones jurídicas u ontológicas son propias del hombre y lo involucran inevitablemente. Inventos del hombre para definirse y regularse a sí mismo. Las definiciones científicas son interpretaciones de la Naturaleza que el hombre realiza esforzándose por mantenerse imparcial y externo a ellas.

A veces, el hombre, mezclando la biología con la ontología, intenta construir un armazón bioontológico para dilucidar cuestiones que lo atormentan desde siempre, lanzando definiciones como: La persona existe desde el momento de la concepción, asimilando concepción con fecundación, e ignorando a la "implantación" como proceso decisivo para el avance en el desarrollo de ese “nuevo individuo de la especie”, que sí podría asimilarse a la“concepción”.

Si dejamos para los ámbitos  jurídicos, teológicos y la filosofía el término persona, podremos avanzar en lo que la Naturaleza nos muestra y enseña sobre los orígenes de los miembros superiores del reino animal del cual formamos parte,  sin necesidad de definiciones  confusas y rimbombantes. . La reproducción sexuada requiere, por ahora,  de la unión de los dos gametos diferentes, uno masculino y otro femenino. Cuando se unen, se produce la “fecundación” del óvulo por el espermatozoide, conformando el "cigoto" o "preembrión". La implantación se produce cuando este último se implanta en el endometrio materno, transformándose entonces  en "embrión" y comenzando así con la etapa denominada preñez o embarazo para los mamíferos. Hasta aquí ha hablado la Naturaleza, y su lenguaje ha sido recogido por la Biología.

¿Es inmediata la implantación del cigoto? En muchos mamíferos (nosotros incluidos)  hay una continuidad inevitable entre los actos de fecundación y el de implantación, cuyo proceso transcurre en unos 14 días. Pero hay otros mamíferos, los osos, las martas, los corzos, en los que el período entre ambos acontecimientos es muy variable y bastante largo. Meses transcurren entre la cópula,  la consiguiente fecundación y la implantación del cigoto y el comienzo de la preñez, siendo esto regulado por las condiciones externas que la futura madre y su cría encontrarán en su medio ambiente. Buscando  el momento oportuno en que éste sea favorable es que algo en el organismo materno difiere o posterga la implantación, y entretanto el cigoto fecundado flota libremente en la cavidad uterina sin avanzar en su desarrollo hasta no recibir la “orden” o la “autorización” para implantarse.

Esto que la Naturaleza nos muestra y enseña a través de ciertas especies de mamíferos, debería hacernos pensar en nuestros vanos e inútiles esfuerzos por intentar manipular a la realidad científicamente demostrada con definiciones que carecen de sustento científico. La implantación diferida, praxis de la Naturaleza para dotar con mayor capacidad a determinadas especies de mamíferos con limitada capacidad reproductiva, nos muestra con claridad inobjetable la diferencia entre los procesos de  “fecundación” e “implantación” y el diferente estatus biológico entre cigoto o preembrión y embrión propiamente dicho  (preembrión implantado). 


Por otro lado, si la ciencia biológica estudiara la manera en que esas especies desarrollan y aplican la implantación diferida, y hallara la clave química, enzimática, hormonal, neurohormonal, o el mandato dentro del genoma, etc., y dicha clave permitiera desarrollar algo similar a la implantación diferida en los humanos, estaríamos avanzando hacia la reproducción humana sin embarazos no deseados, o sea… una propuesta interesante para minimizar el aborto provocado...

Quizá ésta sea una vía más para que lleguemos a ser más integralmente personas, basándonos, ahora sí, exclusivamente, en el lenguaje filosófico y la definición que de ello nos legara Kant. Y que los embriones, implantados a través de un proceso siempre deseado, tengan las mayores chances para convertirse en un futuro en personas.

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