Qué es el amor? Se ha dicho por
ahí que el amor es a veces un pendejo tiránico, caprichoso e irracional. En ocasiones parece cobrar ese
aspecto. Pero también suele llegar como un cúmulo de vibraciones sublimes
que inundan a uno quién sabe desde
dónde, y se instalan en el cerebro, en
el pecho, en el vientre con viso de permanencia definitiva, para bien o para
mal. Premio y castigo al mismo tiempo, Cupido contaría con un solo envase
disponible, y envía mezclados ambos ingredientes.
¿Cómo se lo reconoce? Herman Hesse, en Demián, da una pista:
“El amor no debe pedir- continuó-, ni exigir
tampoco. Ha de tener la fuerza de llegar en sí mismo a la certeza, y entonces
atrae ya en lugar de ser atraído. Sinclair, su amor es ahora atraído por mí.
Cuando llegue a atraerme, entonces acudiré. No quiero hacer un regalo, quiero
ser ganada.”
¿Respeta el amor los espacios
personales, o lo abarca todo con su turbulencia? Aquí, no
puedo dejar de recordar lo expuesto alguna vez sobre los espacios: “Si puedes
entender que los espacios personales del otro son de uso exclusivo y los respetas, y además los estimulas, te diré que
me gusta ese rumbo, y si además consideras que los espacios compartidos son un
regalo que te hacen y un sitio donde tú mismo puedes regalar lo tuyo... entonces,
son dos seres en coincidencia, y donde coinciden, encuentran algo
valioso para compartir.”
¿Puede el amor ser tomado
con criterio asimilable al “tiempo compartido”,
o es exclusivista desde su esencia? Hay mucha tela para cortar aquí. ¿Se
puede amar a dos personas simultáneamente? Se puede, eso creo. Pero también
creo que esa situación puede ser sólo una etapa, una etapa que puede ser
conflictiva para quien la atraviesa. Puede delatar el comienzo de algo, y el
probable fin de algo. A medida que ese algo, cualquiera que sea, se desarrolla
en todas sus potencialidades, el amor va tomando la forma de totalidad, y todo
lo engloba, en todo se sustenta, y como dice Neruda: “Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas”. Esta etapa, bastante común y
poco entendida confunde y angustia, y resulta bastante difícil disfrutar
permanentemente de ella. La extrañeza se mezcla con el deseo, pues se tiene la
sensación de pérdida de la propia identidad. Sentimientos contradictorios
chocan entre sí en el centro de un yo aparentemente irresoluto y debilitado.
También a veces un yo fuerte domina por encima de las pasiones antagónicas, o
protagónicas, logra desdoblarse y mantener el equilibrio. Pero generalmente,
esta situación conlleva a limitar el avance de un verdadero sentimiento
totalizador.
¿Con qué recursos cuenta el amor para
crecer y desarrollarse? ¿Cuál es su ámbito desde donde acciona y ejerce el
poder que posee? Sus recursos son siempre diferentes, y se basan en la esencia
emocional de cada individuo. Se dice que el cerebro derecho (para los diestros)
es el asiento desde donde parte su influjo. Influjo que en los comienzos, a
veces con la fuerza de un huracán, invade toda la actividad cerebral y también
la vegetativa del cuerpo entero. De la integración de ambos hemisferios, de su
equilibrio, de su trabajo en conjunto, depende tanto el crecimiento de
sentimientos y emociones como de la lucidez del razonamiento, de la vida
“inteligente” del individuo (reglada por el cerebro izquierdo en los diestros).
Es así que quien ha sido poseído por el sentimiento amoroso, siente que al
crecer éste en armonía con su vida intelectual, la ha aceitado y puesto a
punto, y a veces se siente poseedor “de
todas las respuestas”. Es un curioso estado de bienestar e iluminación, donde
los miedos no tienen lugar, donde a pesar de la distancia que la mirada delata,
el espíritu solidario y la tendencia a dar todo de sí mismo tienen pleno
desarrollo y vigencia.
¿Las crisis matan al amor? No lo creo. Las copias desaparecen ante el
menor contratiempo, pero cuando ese sentimiento engloba todo el ser,
suele salir de las crisis fortalecido. Tiene recursos tan
extraordinarios para volcar los humores de los amantes, que una mirada directa,
un cambio de tono en la voz, un simple contacto, bastan a veces para que
recupere vitalidad y vigencia.
¿Existe el amor unilateral?
Alguien me dijo, con razón, que nadie ama a
quien ha dejado de amarlo. La
unilateralidad en sus comienzos puede ser la manera irracional, caprichosa y
tiránica que a veces adopta el amor. Y tanto puede ser un espejismo, como una
luz verdadera. En el individuo que lo siente quedarán marcadas sus señas,
fugaces o indelebles. Arriba, el párrafo de Hesse lo señala con claridad.
¿Hay alguna limitante social, que
le impida al amor desarrollarse? Una
máxima cristiana que habla de que: “es más difícil para un rico llegar al
cielo, que pasar un camello por el ojo de una aguja”. Se podría traducir, o extrapolar, que es incompatible
el amor, con el deseo de posesión. La ambición por lo material lleva al rico, en general, a serlo cada vez más, y al tratar del amor,
aplicaría la misma metodología, siendo el objeto del amor una posesión a añadir
a las otras.
¿Es el amor de la mujer
similar al del hombre? No lo parece, aunque no me atrevería a establecer las diferencias
¿Tiene final el amor, o
cuando apareció no se va más? Ambas posibilidades son probables. Como que el amor es
una sensación muy subjetiva y no tiene una respuesta unívoca, Es el sentimiento
más difícil de interpretar y tiene muchas versiones apócrifas, que se pagan con el
aburrimiento, el cansancio o la desgarrante sensación de pérdida. ¿Terminó? ¿No
terminó? Sí, no, tal vez, pero…
El amor y el odio serían las dos caras de una misma moneda. Nadie odia lo que le resulta ajeno. Lorrie Moore señaló que “el
odio es el amor que no tiene a dónde ir”. Y Sabina cantaba: “Amor es ese juego en el que un par de ciegos
juegan a hacerse daño..." "El opuesto al amor no es el odio sino el miedo", escuché hace poco en un vídeo de Virginia Blanes.
Por otro lado, Milan Kundera escribió: “Unir el amor al sexo fue
la mayor extravagancia de la creación”.
Podría agregarse que persistir en unir la reproducción al sexo, fue la jugada más tramposa de la sociedad humana.
¿Es posible pasar por esta
etapa varias veces en una vida? Murakami afirma que sólo tres veces, ni una más, ni una menos...
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