Qué manera, vida mía (tango-canción)
¡Qué manera, vida mía! ¡Qué manera
de meterte en mi vida!
¡Qué manera!
De movida, nomás,
Fuiste un huracán que de un plumazo
devastara una por una mis defensas,
sacudiendo hambres dormidas,
hasta el tuétano de toda mi osamenta.
Y quedé como bola sin manija,
girando sin parar,
como baile de frágil marioneta
que se agita
sin timón, sin brújula, sin rumbo;
Mareada por tan dulces estridencias,
Ardiente y suave, la ternura
Chorrea ahora por mis poros un sin fin.
Son reductos que no paran de llamar
Y ahora piden por ti.
Gritan por ti,
Y gimen por ti;
Cuando mueren mis adentros
de deseos infinitos...
¿Qué hacemos, entonces, vida mía,
con toda esta carga que desborda,
Que demanda, que suplica,
estrellarse sin demoras en tu seno,
Boca contra boca,
pecho contra pecho,
hundirse en la amapola de tu ombligo,
senda inevitable, para anclar,
definitiva,
en la amorosa fragancia de tus sedas?
Ahora me urge una manía:
contemplarte,
Por ejemplo, frente a frente,
Por ejemplo, en una mesa de café
Por ejemplo, muy a solas.
Los dos y nada más.
claro, a solas y muy juntos, ¡obligado!
Y mirarte sin urgencias
Y decirte despacito,
Que aquello que me has dado,
Te lo voy a devolver multiplicado,
sorbo a sorbo, de a poquito,
Con mis manos,
Con mi boca,
con mi sangre,
con palabras saboreadas y mordidas,
con mi vientre ansioso,
con el centro de mi piel rotunda.
Voy hacia las cálidas regiones de tu piel
que hoy las oigo suplicar,
con gritos y susurros ser colmadas
"¡Ven ahora, ya, por fin y de un vez!"
Yo también ya soy tuyo, vida mía,
¡Qué bien que sabes esto!...
Tuyo y sin remedio...
¡ Qué manera, vida mía! ¡Qué manera
de meterte en mi vida!
¡Qué manera!...
LEJOS DE LOS OJOS COLOR DE AGUA
Suave, blanca y simple,
como la espuma del mar sobre la
arena.
Tierna como la arcilla que emerge
del fondo de la tierra.
Antigua como las olas que se
repiten,
que nunca envejecen.
Así como tu boca pequeña te
contiene,
muere el día sin encontrar
consuelo
en la pálida noche que se inicia,
con el vino, y el humo, y la
música oscura
celebrada en voz baja, en un
susurro.
Son tus pasos temerosos, húmedos
de sombra,
tan cercanos y distantes
como los sueños que trepan en el
frío del crepúsculo.
Y corren detrás de las cosas,
como las cosas mismas que intentas atrapar,
para ti, para dejarlas ir, para que vuelvan a
ser.
La muerte aprieta y revive el
dolor de existir,
que es como nacer mil veces. No
abandones
la red antes de tiempo,
porque hay un tiempo
para arrancarse la piel ardida de
la cara
de un tirón, como si fuera una
máscara,
y quedar descubierta y sangrando,
presa de las fieras,
dentro de tu cóncava ansiedad de
hembra,
lejos de los ojos color de agua.
Y surgir con el viento helado del
invierno,
con el salado secreto de las olas
que son eternamente una, que eres
tú,
para estar, tal vez para ser,
y siempre (porque ese es tu
sino),
desaparecer.
Bronca que no calla, bronca que no
duerme
Bronca que no calla, bronca
que no duerme,
bronca que amarra la
garganta
con grito de furia
silencioso,
agrio espacio que impide
conservar
el aliento vital y el pulso
firme.
Impotencia que ahoga el
flujo claro
y con tensa parálisis se
expresa,
gira, rompe y se derrama
como pita de alimañas
que corroe las entrañas y se
devora los sueños.
Entretanto,
la
vida no abandona el juego hostil,
y
la muerte ronda y baila, tan cercana y risueña.
Bronca que no calla, bronca
que no duerme,
mi canto es violencia
y no pide permiso,
y muerde hasta el fondo, y
el fondo es macizo.
Dolor que brota con voces de arrebato,
dolor que estalla en
silencio de muerte,
dolor por la experiencia de
insensibles miembros,
dolor por la conciencia de
la mala leche
de bocas que desbordan promesas incumplidas,
cuando el cuándo es ahora, y tienen el poder,
y miran al costado, no lo
que hay que hacer,
por la vida en general,
por quienes nada tienen,
desde siempre, desde antes
de nacer,
y que suman y más suman
estadísticas vitales,
de dolor, de miseria, de indigencia extrema,
en el enorme espacio de
la esperanza ausente.
Bronca que no calla, bronca
que no duerme,
mi canto es violencia
y no pide permiso,
y muerde hasta el fondo, y
el fondo es macizo.
Bronca que no calla, bronca
que no duerme,
dame el canto cierto para
ignorar la tristeza,
dame el aliento para romper
el taño,
y abrir de un tajo el cuerpo
derrotado,
y llegar al núcleo del dolor
preciso,
del dolor cabal que no
admite excusas.
¡Quién pudiera desnudar a la
injusticia
que se oculta bajo múltiples disfraces,
y suplanta sin pudor a la
justicia
que carga doblegada
la inopia escandalosa por
estigma y no reacciona!
Mezquino resultado una
justicia desmedrada
y su hermana, la versátil,
vigorosa y saludable.
Bronca que no calla, bronca
que no duerme,
mi canto es violencia
y no pide permiso,
y muerde hasta el fondo, y el fondo es macizo.
LAS DOS SOLEDADES
La soledad cuando estás solo.
La soledad
acompañado.
La soledad en el oasis, la soledad en
el desierto.
La soledad en el encuentro con uno
mismo,
la soledad compañera.
y la soledad en el desencuentro.
la
soledad que duele,
La soledad del abandono, la soledad del
desamparo,
tan lejos de la otra, la soledad
solitaria.
La soledad que unta cercanía con lejanía,
en una mixtura tan objetiva como
subjetiva,
que trastoca lo soportable en insoportable.
La soledad amistosa y cordial
que
acerca al centro de uno mismo,
Y la soledad punzante, insidiosa y
traicionera
que siempre aparece a destiempo,
Que desentona con la realidad
y vuelca
obscenamente a la intemperie
el contenido del baúl de los trastos
viejos
residuos inútiles, desgastados, malolientes
que se han acumulado en la memoria
a lo largo de los años…
De aparición brusca, es siempre
sorprendida in fraganti
al pretenderse lo que no es, ni nunca
fue, y nunca será.
Destructiva por naturaleza,
deja el tendal de escombros tras de sí
al retirarse,
Y señala con una mueca que simula una
sonrisa:
“Ahora, arreglate como puedas…”
Y tras esta sentencia solo queda
juntar los pedazos desparramados entre
las cenizas
que dejó el Ave Fénix al levantar vuelo,
en soledad, curiosamente, en soledad,
En la soledad del oasis,
del propio encuentro,
en la soledad amigable,
finalmente,
en la soledad imprescindible,
como que por fin llega
a entenderse
que los males de la soledad, sólo se
curan en soledad…
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