Antonio Lussich y José Hernández
Leopoldo
Lugones, escribe en El Payador, textualmente: “Dice Hernández en una
carta-prólogo a la primera parte del poema (su destinatario es el señor don
Zoilo Miguens) que Martín Fierro le ha “ayudado algunos momentos a
alejar el fastidio de la vida del hotel”; porque, en efecto, allá entre sus
bártulos de conspirador, lo improvisó en ocho días. (Esta última frase es de Lugones
y no figura en la carta a Miguens). Sigue Lugones:
“Don Antonio Lussich, que acababa de
escribir un libro felicitado por Hernández, Los Tres Gauchos Orientales y el
Matrero Luciano Santos (Este último, publicado en 1873, es posterior al Martín Fierro). poniendo en escena tipos gauchos de la revolución
uruguaya llamada campaña de Aparicio, diole, lo que parece, el oportuno
estímulo. De haberle enviado esa obra, resultó que Hernández tuviera la feliz
ocurrencia.”
“La obra del señor Lussich, apareció editada
en Buenos Aires por la imprenta de la Tribuna el 14 de junio de 1872. La
carta con que Hernández felicitó a Lussich, agradeciéndole el envío del libro
es del 20 del mismo mes y año. Martín Fierro apareció en diciembre.”
J.L. Borges en el capítulo La poesía gauchesca del libro Discusión, recoge textualmente las palabras de Lugones y avanza con la ponencia: “El mayor interés de la obra de Lussich es su anticipación evidente del inmediato y posterior Martín Fierro”, dice. Sigue: “los diálogos de Lussich son un borrador del libro definitivo de Hernández. Leyendo y cotejando versos de ambos, de la misma métrica, tono y lenguaje, surge clara la asimilación, que no le quita mérito a Hernández, pero que ignora, sin merecerlo, a Lussich”.
“Sin intención de opacarlo a Hernández”, repite, “se debería recobrar este valioso antecedente del Martín Fierro”.
También Borges afirma que la obra de Lussich es virtualmente inédita. Ya no lo es, pues se puede leer ahora en internet, y comprobar qué poco tiene que ver su forma, contenido y giros idiomáticos gauchescos con el Martin Fierro de Hernández. Que “los diálogos de Lussich son un borrador del libro definitivo de Hernández”, me parece una afirmación antojadiza bastante alejada de la realidad de los dos escritos. Y la afirmación de Lugones mencionando que la carta de Lussich a Hernández es de junio de 1872 y que el Martín Fierro apareció en diciembre, e inducir sacar la conclusión de que el segundo deriva del primero, es capciosa, poco seria, lo mismo la afirmación de que: “diole, lo que parece, el oportuno estímulo. De haberle enviado esa obra, resultó que Hernández tuviera la feliz ocurrencia.” El Payador no merecía estas frases de Lugones, ni incluir el error de considerar a El matrero Luciano Santos, publicado en 1873, (posterior al Martín Fierro) como precursor de éste.
Las cerca de 90 páginas con los más de 2.300 versos del folletín de la
primera edición del Martín Fierro (Lugones los redondea en 1.700) de ninguna manera pudieron originarse
entre junio y diciembre a raíz de la entrega de Lussich a Hernández, y menos aún,
que éste haya escrito el poema en “ocho
días” cuestión que no figura en la carta de Hernández a Miguens. Y ni la forma ni en contenido ni la estructura general de los dos poemas
coinciden, salvo que se elabore una forzada coincidencia, como lo precisa Borges
en Discusión. Que concuerden en algunas palabras, giros idiomáticos,
versos, etc. no significa otra cosa que son originarios de una misma fuente
denominada “poesía gauchesca”, de cuyo manantial y flujo surgieron ambos poemas,
como antes surgieron los de Hidalgo, Ascasubi, Del Campo, etc. La originalidad
del Martín Fierro no debería ponerse en discusión porque fue y es
absolutamente original, y no tiene
antecedentes válidos que los ilustren siquiera como “borrador”, como afirma Borges, que al anteponerlo a Lussich dice
no tener intenciones de quitarle méritos a Hernández. Esa afirmación es una falacia, las intenciones son claras,
aunque se las pretenda negar.
¿Puede además
pensarse con válido fundamento que el Martín
Fierro fue elaborado y escrito y publicado en seis meses por Hernández, encerrado
en una habitación del hotel El Argentino, solamente inspirado en la
lectura del poema de Lussich? Hay quienes dicen (*) que, anteriormente, ya en el exilio brasileño en Santa Ana do
Livramento de Hernández, luego de las derrotas del caudillo entrerriano López
Jordán, comenzaron a tomar forma en la mente del poeta los primeros versos del Martín
Fierro. (*) Carlos A. Leumann, Martín Fierro, edición
crítica)
Por otra parte, la
Vuelta de Martín Fierro le llevó siete años a Hernández elaborarla,
escribirla y publicarla (1879).
Diez ediciones humildes, con más de 50.000 ejemplares en folletines que se distribuían en la campaña con abundantes correcciones tiene el M.F. Se leía en los fogones, algunos lo recitaban de memoria para quienes no sabían leer… En muchos ranchos humildes de la gente de campo de entonces se guardaba como tesoro personal el folletín engrasado de tanto manoseo junto al fogón criollo.
A ver si nos entendemos: El Martín Fierro
es único; nunca hubo más borrador que la mente poética de José Hernández. Y es
irrepetible.
Leopoldo
Lugones le dio visibilidad y consagración definitiva al Martín Fierro de
Hernández, al que denominó POEMA ÉPICO en su libro El Payador (y en sus
charlas y discursos previos sobre él en
el teatro Odeón de Buenos Aires). No se entiende que, con su abrumador
entusiasmo y erudición desplegados para referirse al Martín Fierro, haya hecho esa alusión (arriba mencionada) del poema de Lussich como antecedente del poema
de Hernández. A menos que la elevación del Martín Fierro a Poema Épico coincida
con el descenso de la imagen de José Hernández al burdo mote de conspirador,
"en efecto, allá
entre sus bártulos de conspirador, lo improvisó en ocho días” agrega Lugones a la
carta-prólogo de Hernández a Miguens.
Su adhesión incondicional a Sarmiento, enemigo de López Jordán, y por ende, de Hernández,
pudo más aquí que su respeto al autor del Martín Fierro. Había que
separar al poeta de su poema…Y si era posible, convertir al poema en originario de autor anónimo
para la posteridad.
PS:
Augusto Monterroso, en el capítulo, El otro Aleph de su libro de ensayos La Vaca, hace referencia en la presentación a la frase: Yo creo que hay (o que hubo) otro Aleph, del cuento homónimo de Borges.
Y avanza con el poema La Araucana de Ercilla, escrito en el siglo XVI del cual se ocupó en 1962 para una edición de la Universidad Autónoma de México. Encuentra en este poema, “en cuarenta y siete y media octavas reales del canto XXVII, que el anciano mago Filón, araucano, muestra a su enemigo español, el conquistador Ercilla, nada menos que una esfera de cristal en la que podía contemplarse simultáneamente cuanto sucedía en ese momento en las más diferentes y opuestas regiones del globo terráqueo, en la misma forma que ocurrirá con el aleph de Carlos Argentino Daneri, poeta detestable, y de Jorge Luis Borges, escritor genial, unos trescientos años más tarde”.
Y Monterroso avanza con las diferencias y coincidencias entre el poeta español y el genial cuentista argentino.
Entre las referencias a su Aleph, Borges en ningún momento recuerda a Alonso de Ercilla y su Araucana como el lugar en “que hay (o que hubo) otro Aleph”.
Invito al lector a leer en PDF el
poema de Lussich, y posteriormente el Martín Fierro, la
primera parte. Y también a leer El Aleph de Borges y posteriormente
los versos del canto XXVII de La Araucana de Ercilla.
Compare
y saque luego sus propias conclusiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario