En una nota anterior titulada: “Embrión o Persona, ¿de qué estamos hablando…?”, se planteó la disyuntiva: ¿Es el embrión una
persona?
Paremos aquí. Hablamos utilizando dos lenguajes diferentes, como
comparando peces con piedras. Embrión es una definición científica propia de la
Biología. Persona es una definición jurídica u ontológica, nunca científica,
pues está fuera del ámbito específico de esta última.
Las definiciones
jurídicas u ontológicas son propias del hombre y lo involucran inevitablemente. Inventos del hombre para definirse y regularse a sí mismo. Las
definiciones científicas son interpretaciones de la Naturaleza que el hombre realiza esforzándose por mantenerse imparcial y externo a ellas.
A veces, el hombre, mezclando
la biología con la ontología, intenta construir un armazón bioontológico para dilucidar cuestiones que lo atormentan desde siempre, lanzando definiciones como: La persona existe desde el momento de la
concepción, asimilando concepción con fecundación, e ignorando a la "implantación" como proceso decisivo para el avance en el desarrollo de ese “nuevo individuo de la especie”, que sí podría asimilarse a la“concepción”.
Si dejamos para los ámbitos jurídicos, teológicos y la filosofía el término persona, podremos
avanzar en lo que la Naturaleza nos muestra y enseña sobre los orígenes de los miembros superiores del reino animal del cual formamos parte, sin necesidad de
definiciones confusas y rimbombantes. . La reproducción sexuada requiere, por ahora, de la unión de los dos
gametos diferentes, uno masculino y otro femenino. Cuando se unen, se produce
la “fecundación” del óvulo por el espermatozoide, conformando el "cigoto" o "preembrión". La implantación se produce cuando este último se implanta en el endometrio materno, transformándose entonces en "embrión" y comenzando así con la etapa denominada preñez o embarazo para los
mamíferos. Hasta aquí ha hablado la Naturaleza, y su lenguaje ha sido recogido
por la Biología.
¿Es inmediata la
implantación del cigoto? En muchos mamíferos (nosotros incluidos) hay una continuidad inevitable entre los actos de fecundación y el de implantación, cuyo proceso transcurre en unos 14 días. Pero hay otros mamíferos, los osos, las martas, los corzos, en los que el período entre ambos acontecimientos es muy variable y bastante largo. Meses transcurren entre la cópula, la consiguiente fecundación y la implantación del cigoto y el comienzo de la preñez, siendo
esto regulado por las condiciones externas que la futura madre y su cría
encontrarán en su medio ambiente. Buscando el momento oportuno en que éste
sea favorable es que algo en el
organismo materno difiere o posterga la implantación, y entretanto el cigoto fecundado flota
libremente en la cavidad uterina sin avanzar en su desarrollo hasta no recibir
la “orden” o la “autorización” para implantarse.
Esto que la Naturaleza nos muestra y enseña a través de ciertas especies
de mamíferos, debería hacernos pensar en nuestros vanos e inútiles esfuerzos
por intentar manipular a la realidad científicamente demostrada con
definiciones que carecen de sustento científico. La implantación diferida, praxis de la Naturaleza para dotar con
mayor capacidad a determinadas especies de mamíferos con limitada capacidad
reproductiva, nos muestra con claridad inobjetable la diferencia entre los
procesos de “fecundación” e “implantación” y el diferente estatus
biológico entre cigoto o preembrión y embrión propiamente dicho (preembrión implantado).
Por otro lado, si la ciencia biológica estudiara la manera en que esas
especies desarrollan y aplican la implantación
diferida, y hallara la clave química, enzimática, hormonal, neurohormonal,
o el mandato dentro del genoma, etc., y dicha clave permitiera desarrollar algo
similar a la implantación diferida en los humanos, estaríamos avanzando hacia
la reproducción humana sin embarazos no
deseados, o sea… una propuesta interesante para minimizar el aborto provocado...
Quizá ésta sea una vía más para que lleguemos a ser más integralmente personas, basándonos, ahora sí, exclusivamente, en el lenguaje filosófico y la definición que de ello nos legara Kant. Y que los embriones, implantados a través de un proceso siempre deseado, tengan las mayores chances para convertirse en un futuro en personas.
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