domingo, 11 de enero de 2015

La Hora de la Yegua o El Ocaso del Dragón

                                                       El camino de la Tierra, ¡cuán entregado es por cierto! Acoge al Cielo dentro de sí, y actúa a su debido tiempo: Cuando lo posible (Lo Creativo) se vuelve real ( Lo Receptivo). I Ching.

                                     I

          Año 1969: Hacia un semifinal de la especie
                                                         Sólo a la hembra le está      reservado el supremo secreto de la vida. Al macho, aceptarlo con dignidad y, mientras pueda, acompañarla.



                               "Supongamos que por casualidad o premeditadamente, algún representante del sexo femenino de la especie humana descubre el método de separar, sin posibilidad de error, los espermatozoides x de los espermatozoides y del semen humano. Supongamos que también decide cultivar en gran escala células vivas de testículo humano, y que de esos cultivos obtiene una producción suficiente de espermatozoides x como para inseminar, en un momento determinado, a todas las mujeres fértiles del planeta. Supongamos que éstas adhieren al proyecto de reproducirse artificialmente, prescindiendo de la relación íntima con el sexo masculino. Una hija por cada una bastaría para prolongar la especie con el sexo femenino, exclusiva e indefinidamente. Y el hombre, en dos o tres generaciones, unos cien años o poco más, desaparecería irremediablemente de la faz de la tierra. O quizá quedarían algunos ejemplares para proveer de materia prima a los cultivos productores de espermatozoides." (1)
                                            El doctor Y, médico joven con pocos años de recibido, de fértil imaginación y prolongados desvelos, enciende tal vez el último cigarrillo de la noche, camina hasta el baño mientras la luz de la luna se cuela a través de la ventana de la terraza, iluminando pálidamente el silencioso ambiente a las tres de la mañana. El texto queda prendido a la máquina de escribir; se acuesta aún fumando y ya piensa en su actividad, en su dura profesión, mucho más inmediata, ya que antes de las ocho de la mañana deberá estar trabajando en el Hospital.
                                                En algún momento, cuando tenga tiempo, quizá vuelva a leer lo que dejó escrito en esa hoja y a meditar sobre ello. Tal vez.


                                                II


            Año 2025 (9): El ocaso del dragón (Ch'ien).

                                     En la Sala de Conferencias del Ministerio de Salud, reunidos con el ministro los secretarios, científicos, técnicos, empresarios, sindicalistas, religiosos, en fin, dirigentes varios representando una gran mayoría entre las fuerzas vivas de esa comunidad.
                                      El técnico en Demografía extiende unos gráficos, mientras confirma datos en la computadora, que zumba suavemente a un costado de la mesa de reuniones.
                                         -En distintas ciudades de nuestro país el problema, si podemos llamarlo así, es de crecimiento logarítmico. En otros lugares, el avance es menos acentuado, pero en todos los sitios estudiados las cifras dan un sostenido aumento. Como ustedes pueden apreciar en este gráfico- y señala unas columnas cada vez más altas, paralelas a otras cada vez más bajas-, en los últimos cinco años, la proporción ha evolucionado de 2,4 a 1 a 5,1 a 1. La tendencia es muy firme. No hay posibilidades de error en nuestros cálculos. Además, cualquier médico obstetra o de niños, partera o maestra jardinera lo puede confirmar, porque la diferencia ya es un hecho.
                                            -De mantenerse este ritmo, ¿cuándo se podría considerar irreversible?- pregunta el ministro.
                                              -Eso dependerá de la causal del fenómeno. Si sigue actuando sin interferencias, liberada a su completo desarrollo y expansión, calculo que en unos cincuenta o sesenta años la proporción podría estar en 99 a 1. Pero esta proyección es aproximada, ya que habría que tener en cuenta otros factores que irán agregándose al suceso, seguramente con consecuencias más serias, ya que las tasas de natalidad caerán abruptamente ante la bajísima proporción de hombres con respecto a las mujeres.
                                             -¿Raíces probables de este acontecimiento, señores?- y la mirada interrogante del ministro llega hasta tres personas de guardapolvo blanco. El de mayor edad, doctor en Genética responde:
                                               -Los niños que hemos estudiado, desde el punto de vista genético, son absolutamente normales; sus padres también. Los espermatozoides de los adultos estudiados, también cuentan con material cromosómico totalmente normal. El tema, aparentemente, no pasa por la Genética. Nuestros colegas de Reproducción Humana y los de Ecología y Medio Ambiente también han estudiado esto y pienso que algo tendrán para decirnos.
                                      El más joven, sentado a la derecha de quien hablara, se pone de pie, se acerca al pizarrón, a espaldas del ministro y comienza:
                                       -Hemos estudiado "in vivo" la reproducción humana. El esperma ha resultado absolutamente normal. Para quienes no lo saben, diré que en el esperma de todos los animales, incluidos nosotros, hay dos clases de espermatozoides: Los x y los y. Los primeros, casi iguales genéticamente al óvulo, al unirse con éste producen una hembra xx; los segundos, con importantes diferencias genéticas en el cromosoma sexual, producen un macho xy. Ahora bien, si los espermatozoides son normales en su gran mayoría, y cuentan con una proporción de 50% y 50%, los productos o sea, los embriones, deberán mantener aproximadamente esa proporción. Así fue siempre. Pero esto es lo que no está sucediendo de un tiempo a esta parte, ya que hemos comprobado, y no una sino cientos de veces, que los espermatozoides y disminuyen su vitalidad y movilidad inmediatamente de ser emitidos. Y el contacto con secreciones genitales femeninas, incluida la membrana externa ovular, literalmente los destruye. Los disuelve sin remedio, ya que ni siquiera "in vitro" y luego de cientos de lavados, logramos fertilizar óvulos con estos espermatozoides. Todas las drogas conocidas o sustancias potencialmente tóxicas, radiaciones o cambios ambientales físico-químicos que hemos estudiado junto con los técnicos de Ecología y Medio Ambiente aquí presentes, y ellos lo pueden corroborar- algunas cabezas hacen gestos afirmativos-, buscando alguna relación causal directa con este fenómeno, han dado resultados tan pobres que debemos considerarlos negativos. Nuestras conclusiones, por ahora, sugieren que han habido algunos cambios intrínsecos en los espermatozoides y que aceleran exageradamente su metabolismo y reducen su fugaz existencia a una mínima expresión. Si le agregamos la natural agresividad del medio femenino hacia ellos, colaborando con su rápida destrucción, bueno, los resultados están a la vista. Tampoco existiría un exceso del compuesto denominado undecanal – que es un antagonista que bloquea el efecto del bourgeonal-, ni habría errores en el olfato de los espermatozoides y, ya que sus receptores olfatorios responden siempre satisfactoriamente al llamado del bourgeonal (2). Entonces, creemos que el verdadero origen de este fenómeno aún permanece en las tinieblas del conocimiento humano, y esa carencia, lamentablemente, nos impide elaborar una estrategia que sirva como adecuada respuesta a esta curiosa manifestación de la naturaleza- y dando por finalizada la disertación, suspira y regresa a su asiento.
                                             -En parejas que han procreado varones, los estudios han dado resultados mínimamente alentadores- comienza otro doctor -. Pero percibimos una tendencia a inclinarse hacia ese estado, llamémoslo así, de claudicación o rechazo. Estudios de varones de estos últimos cuatro o cinco años nos indican que cuentan positivamente con mayores posibilidades de que las futuras concepciones sean del sexo femenino.
                                             -Un muestreo al azar- intercala el demógrafo- con las reglas clásicas estrictamente seguidas, nos indica que, tanto en medios urbanos como rurales, cinco de seis mujeres en edad fértil se encuentran en condiciones de reproducirse exclusivamente a través del sexo femenino. Y de las que aún pueden producir varones, la tendencia es de aproximadamente uno en diez embarazos. Si esta situación no se revierte a corto plazo, señor ministro, significará el final del sexo masculino en un plazo no mayor de un siglo.
                                            -En otros animales, ¿se tienen noticias de que esté sucediendo algo parecido?- pregunta el ministro al biólogo presente.
                                             -No, señor; no hay ningún dato que sugiera nada similar en el resto de la reproducción animal. La especie humana tiene el privilegio - y sonríe con un dejo de melancolía - de semifinalizar de esta curiosa manera.
                                               -Con la bomba atómica por lo menos hubiéramos desaparecido juntos- completa algún funcionario ofuscado.
                                               -¿Por qué semifinalizar, doctor? ¿Cómo cree que termina esto?- pregunta algún desprevenido de la audiencia.
                                                -De la única manera que lo veo factible ahora, salvo que tomemos la decisión drástica y apretemos el botón de una buena vez...


                                        III

              Año 2130 (6): La hora de la yegua (K'un).

                                           En un Hospital de alta complejidad, la doctora X reunida con su equipo de colaboradoras en el salón anexo a su despacho. Todas ellas son mujeres. Como quienes se encuentran en la recepción, en las tareas de mantenimiento, en el área de servicios, en los quirófanos; hasta en las ambulancias de paramédicos... Como son todas las personas que se atienden allí. Como lo son quienes deambulan por las calles, circulan en vehículos por la ciudad, comen en los restaurantes, se divierten en los cines y teatros, deciden en las oficinas públicas, compran y venden en los comercios, en las empresas, pequeñas o gigantescas. Como lo son quienes, formando pequeños núcleos familiares o grupos comunitarios, residen en diminutos departamentos, grandes casas o petit-hoteles.
                                      -Debo comunicarles que hemos logrado viabilizar el proyecto-comienza anunciando-. He recibido informes muy alentadores de los otros Centros Experimentales, y, superada la última barrera biológica, de ciento cuarenta y ocho experiencias piloto, más de cien han dado resultado positivo. Estamos logrando lo que la ciencia ni soñaba cien años atrás, y apenas imaginaba posible hace cincuenta años. La imperiosa necesidad de perpetuarnos nos llevó a tomar la decisión de avanzar sin dudas por este difícil camino. Es por todas ustedes conocida la dificultad que tuvimos para almacenar suficiente cantidad de material reproductivo masculino- y al mencionar al compañero extinto, un silencio absoluto se adueña de la Sala. La voz suave pero firme de la doctora X vuelve a apoderarse de la audiencia:
                                         -Cultivos de tejido testicular fueron harto insuficientes; en algunos Centros las normales radiaciones dispersas en el medio ambiente fueron suficientes para inactivarlos hasta destruirlos. En pocos años, como ustedes saben bien, debido a la alta demanda, se convirtieron en preciosísimo material por su significación, fragilidad y rareza, y apenas pudimos inseminar una de cada mil quinientas mujeres en edad fértil, y ello una vez en la vida-. Bebe de un vaso un largo trago de agua, carraspea y luego retoma la conferencia:
                                         -Como les informaba al principio, hemos superado las dificultades que nos oponía la biología natural para lograr la fertilización del óvulo con material nuclear de otro óvulo, haciendo realidad el Trasplante Pronuclear (3), donde todos los genes nucleares, o sea, ambos juegos de cromosomas haploides, provienen del sexo femenino. Son los cigotos denominados ginogenéticos, cuya barrera natural era que mostraban desarrollo embrionario relativamente satisfactorio, pero muy deficiente de las membranas y placenta. Y en el pasado, los experimentos no resultaron viables. Porque los cromosomas derivados del hombre y de la mujer, por lo menos algunas porciones del material genético de ellos, resultan imprescindibles para el desarrollo normal del embrión, sus membranas y la placenta. Del estudio del material genético masculino haploide con que contamos -espermatozoides x - pudimos reelaborar, trasladar y modificar los genes esenciales del material haploide femenino para que uno de ellos fuera idéntico, genéticamente, al espermatozoide x. Esto no es para nada clonación, y cada embrión es único, parecido sólo a sí mismo, y cuenta con dos progenitoras distintas, que le proveen, cada una, su mitad genética. El modificado funciona como un espermatozoide x. El otro, como siempre, es el óvulo receptor. La única diferencia con las anteriores fertilizaciones asistidas, es que de esta manera, ambos padres son femeninos.
                                         Otro momento de incondicional silencio se apodera de la Sala. Las colaboradoras han escuchado con crecida atención, comprendiendo las inevitables e inexorables consecuencias de los hechos relatados. La doctora X finaliza expresando en voz alta sus más íntimos pensamientos:
                                         -No vayan a creer que esta situación fue producto de alguna actitud feminista a ultranza, o de rechazo final al sexo masculino, aunque alguna puede sentirse justificada al pensar así-. Varias sonrisas surgen en los tensos rostros, y algunas cabezas se mueven afirmativamente-. Aún siguen oscuras las causas por las cuales nuestras antecesoras, en un momento determinado de la evolución, comenzaron a ser fertilizadas exclusivamente con espermatozoides x, y se perdió la capacidad para hacerlo con los espermatozoides y. Lo demás, todas ustedes lo conocen muy bien. Este último paso, trabajosamente logrado, no ha sido más que el resultado de una búsqueda desesperada por mantener viva a nuestra especie.
Finalizada la reunión, cada una, sola, en pareja o en grupo, se aleja hacia su lugar de trabajo. Quedan solamente la doctora X y una colaboradora bastante allegada a la experiencia, quien, poniéndose lentamente de pie, se le acerca con una sonrisa enigmática en el rostro. Ante el gesto de interrogación de su jefa, pregunta:
                                      -Doctora, tengo una duda desde que comenzamos con esta investigación...
                                       -Sí, dígame lo que sea.
                                       - Sé que actualmente no es posible lo que estoy pensando, pero... si hemos logrado dar este paso tan trascendente, podríamos luego dar el otro, para volver a ser como éramos antes...
                                         -No le comprendo bien... explíquese mejor-. La doctora X observa con curiosidad a su joven colega. Interesada, se sienta en una silla, y la otra médica seguidamente la acompaña. Luego la mira directamente a los ojos y avanza:
                                         -Si hemos podido modificar al material cromosómico haploide femenino, convirtiéndolo en un símil del espermatozoide x, también podríamos intentar transformarlo genéticamente en espermatozoide y, ¿no le parece, doctora?
                                          -Es mucho más difícil... Tiempo al tiempo, doctora. Usted va demasiado rápido; su planteo no está dentro de nuestros objetivos prioritarios, y en ese sentido debemos primero afirmarnos nosotras, como Sociedad Femenina, antes de hacer experimentos que puedan alterar este equilibrio tan dificultosamente logrado...
                                            -Entonces, lo que usted nos explicó con respecto a...
                                       -Vamos a trabajar, querida, que ya se ha hecho tarde- y la doctora X se pone de pie, sin esperar respuesta. Se aleja por el pasillo, inundado ahora por el sol de la media mañana, con pasos firmes y rápidos, flameando a los costados el guardapolvo abierto, hasta que una puerta de vidrio vaivén la devora con un golpe rutilante de enceguecedora blancura.






Referencias:
(1) En el año 2007 ya se anuncia en los países del norte la aplicación de una técnica segura para separar los espermatozoides x de los y. (La Nación, Ciencia y Salud, ...2007)
(2) Science: Marc Spehr, Universidad Bochum-Ruhr, Alemania.
(3) Cl. Ped. de N.A. vol 2 1992- Genética Médica. Pág. 331: Herencia no Tradicional, K.Duffin Austin y Judith G Hall

domingo, 4 de enero de 2015

Boom etílico

Hace unos cuantos años, para ser más precisos tres años antes del colapso argentino estrepitoso al ritmo de cacerolas, bastonazos policiales, huídas incomprensibles, muertes absurdas y festejos vergonzantes, en Página 12 de Buenos Aires Horacio Cecchi nos dejaba una serie de artículos con el título de la presente. Decía Cecchi:

“No van a cafés sino a Wine bars. Hacen cursos de degustación para saber cómo y qué tomar. Algunos son entendidos; otros apenas snobs que  que se lanzan a comprar obsesivamente desde el decateur hasta el recogegotas o el termómetro para botellas. Buenos Aires se ha sumergido en el rito del buen vino y busca aprender a cualquier precio a tomar. Y hasta a escupir.”

Desde un costado informa del léxico del bonvivant, más allá de que “el vino no sólo entra por la boca”, y lo que se aprende en los cursos de degustación, las novedades del sacacorchos de uno o dos impulsos, cestillos plateados, apoyabotellas de níquel, termómetros para introducir en el envase, y finaliza con una serie de CONSEJOS PARA NO HACER PAPELONES:

“Usted en un bonvivant de cinturón ajustado. Más allá de sus tropiezos y vértigos cotidianos, sometido a las decisiones economicistas del más alto nivel, ha decidido recoger alguna mínima semilla de todos sus esfuerzos: beber un buen vino cuando la ocasión y el bolsillo lo permitan. Los siguientes son algunos secretos, recomendados por expertos y para seguir al pie de la letra, que le permitirán completar el placer del paladeo con una imagen de seguridad enológica que abrirá relaciones nuevas e inesperadas puertas.

    En principio, es preferencial un restaurante o bar donde la carta de vinos tenga, al menos, seis hojas o doce páginas:
·           No elija lo más caro, ni por marca. El primer punto prácticamente no tiene límites. El segundo lo puede llevar a un mal trago. No importa que la bodega tenga doble apellido. Si es posible, consulte a un sommelier.
·                  Está absolutamente en condiciones de romper los mitos y pedir un tinto para acompañar un plato de mar. El secreto es que algunos pescados, como el salmón rosado son grasosos, y el blanco no tiene tanino, sí el tinto. El tanino es el que raspa la grasitud en la boca y el esófago y permite saborear el vino. El blanco en un pescado grasoso no se va a descubrir.
·                    Mientras el mozo parte en busca de la orden, explique su extraña elección (tinto/salmón) a su acompañante, afirmando que el tanino se concentra en el hollejo de la uva y es lo que le da el color al vino. Agregue, tras un breve intervalo que alimentará la curiosidad, que el hollejo de la uva blanca se quita porque no tiene tanino. “Justamente por eso es blanca”, afirme con voz pausada y sin temor. “En cambio el hollejo de la uva tinta es puro tanino”.  Si es hombre, provocará una sonrisa de deseo en ella. Si es mujer, considere ganada la partida: usted es única.
·                 Jamás tome la copa por la base sino por el tallo o todo lo dicho y hecho hasta el momento se desmoronará inevitablemente. Si su acompañante lo hace, mantenga el rostro impasible, sea tolerante del desconocimiento, y sólo dé el ejemplo mediante sutiles y silenciosas indicaciones gestuales.
·                       No se apure a dar el sorbo. El vino debe descansar. Deberá soportar la presión del mozo y de su marido/esposa no experto/a.
·                         Si usted es hombre, desaire al mozo habilitando a su mujer a probar el primer sorbo. Deberá acordar con ella previamente. En Francia ya se usa.
·                         Observe primero el color, inclinando la copa y sin volcar. Que sea cristalino, brillante, recuerde que el vino tiene piernas, pequeñas lágrimas que surgen al inclinar y levantar la copa. Indican la concentración de alcohol. Cuanto más piernas, mejor.
·                          Después de observar, eche por tierra la formalidad y hunda su nariz en la copa. Hundir es hundir. Frunza el entrecejo y medite como un catador para eludir miradas.
·                       Si pasó el trance airosamente, el tercer paso, el gusto, será tan solo cosechar miradas de admiración entre los comensales, y susurros de aprobación entre el sector gastronómico. Incline suavemente la copa en sus labios y pase a lo que siempre supo hacer: tomar vino.
·               Encienda un habano (ahora no se puede adentro. N del T), recoja aplausos y esté preparado para críticas infundadas.

EPÍLOGO


       Mi primer contacto con esta seductora bebida, que yo recuerde, fue a los doce años, un mediodía caluroso en una fonda de Santos Unzué, un pueblo situado en el centro de la provincia de Buenos Aires. Luego de un arreo de negros y gordos novillos desde la “Laguna del Cura”  (unas dos leguas y media con varias horas de tropeo), una vez cargados los animales en las jaulas del tren rumbo al mercado de hacienda, concurrimos los troperos a almorzar antes de emprender el regreso. Vino y soda regaban un sabroso y cargado asado de oveja. Al terminar de comer, mis acompañantes se levantaron como un solo hombre de la mesa y partieron alegres a los gritos y rebencazos contra el suelo de ladrillos en busca de sus caballos. Escuchaba ya sus galopes mientras  intentaba ponerme de pie. La fonda parecía haberse convertido en  la cubierta de un barco en el medio de una tormenta. Sosteniéndome de los salientes que encontraba a mi paso, salí al sol deslumbrante y encontré al Muñeco atado al alambre de acero del palenque. Él me miró con curiosa resignación, agachando la cabeza en busca de una mata de pastos. Le hablé en una media lengua irreconocible, monté en él no sé cómo y partimos hacia la Laguna al paso manso. A las pocas cuadras, bajé para vomitar a la sombra de su panza, amparado por su paciencia equina. Avanzábamos en zigzag con piloto automático. Por momentos él se detenía para arrancar flores de cardos que mordía al compás de la coscoja del freno con deleite. Hubo varias detenciones obligadas por el deslizamiento de mi cuerpo hacia el suelo impulsado por la obligatoria ley de gravedad,  o simplemente caídas. El Muñeco se detenía y esperaba con sus cuatro patas quietas mientras yo vomitaba hasta el alma debajo de su panza que goteaba sudorosa. Volvía a subir reptando hasta lograr el equilibrio necesario  y acomodarme en el recado y así transcurrieron las horas de la media tarde hasta arribar a “las casas”. Mi conciencia crepuscular sólo estaba concentrada en el Muñeco y en su paso cadencioso. La odisea de abrir dos tranqueras desde arriba al llegar a la estancia, no la recuerdo. Rodeamos la casa hacia el monte de perales y allí se detuvo, y así como él se detuvo, así caí definitivamente sobre un lecho de pastos, inconsciente. Sé que alguien salió, me encontró y me alzaron entre varios hasta la cama. A la mañana siguiente desperté con la cabeza que se me partía en dos y la náusea me acompañó como perrito faldero todo el día. Salí, busqué un morral y en el depósito del gallinero lo llené con granos de maíz, robado a la ración de las gallinas del casero. Encontré a mi amigo en un potrero cercano, permitió que me acercara y le calcé el morral. Masticaba con goloso crujir de granos, y cabeceaba como saludando al tiempo que empujaba el maíz dentro de su boca… “¡Cuando los viejos se enteren…!”, pensé de súbito, y sucedió lo inevitable. Tuve dos años de obligada abstinencia hasta volver a probar esta seductora bebida. Es por esto que el “boom etílico” nunca llegó a sorprenderme, ni tampoco me alteró el hábito inveterado del “vaso de tinto con dos golpes de soda”. Ah, sí, dos golpecitos nomás…

sábado, 3 de enero de 2015

Viaje hacia otro despertar...

¡Oh, si no viviera yo en esta quinta generación de hombres, o más bien, si hubiera muerto antes o nacido después! Porque ahora es la Edad de Hierro. Los hombres no cesarán de estar abrumados de trabajos y de miserias durante el día, ni de ser corrompidos durante la noche, y los Dioses les prodigarán amargas inquietudes. Entretanto, los bienes se mezclarán con los males.  Hesiodo (~800 AC?) Los trabajos y los días. Libro I


SEÑALES

Están. Están desde siempre, creo,  como signos que esperan convertirse en  designios. Exigencias no exigidas que esperan transformarse en funciones y trabajos, funciones y trabajos cuyos significados van a trastocar la realidad personal para poder expresarse sin velos ni subterfugios hacia  la otredad. Y al transformar la realidad, actuar como quien traspasa un velo desconocido hacia otra dimensión, otras dimensiones…

FUERZAS

Están detrás de las señales. Aceptarlas es aceptarse  uno mismo, más no “en lo mismo, insistiendo en lo mismo,  encerrado en sí mismo”. Las Fuerzas se evidencian de múltiples y variadas maneras, por momentos tan intensamente que resultan ineludibles. Está en uno percibirlas y sentirlas parte de uno, o ignorarlas y seguir “igual con lo mismo”. Cuando se empieza a entender esto, se tiene la certeza de que la búsqueda terminó. Y entender significa  aceptar las funciones y los trabajos que se deben cumplir. Cumplir no porque las fuerzas lo exijan. Al cumplir con una función “asignada” (por así decirlo), uno deja de evitarse y se encuentra, en completa libertad y en plena capacidad de uso de todas las potencialidades. Entonces, el individuo despierto crece, se amplía sin perderse, sin dejar de ser “sí mismo”, y participa en la construcción y el desarrollo del Equilibrio en la Armonía. Sin explicaciones, se comprende el por qué, el cómo, el cuándo, el dónde… En una palabra, se empieza a “saber”, y en ese comenzar a saber,   también “se sabe” que no se lo va a evitar. Sin retorno, sin culpas ni remordimientos, sin miedos ni engaños. Metafóricamente hablando, más que un cambio de piel, un trasplante cardíaco.

SIGNOS

Se elabora una lista de signos que, como una cadena, eslabón tras eslabón,  han señalado desde lejanos tiempos un destino posible, uno de tantos pero uno diferente a todos los conocidos,  que sistemáticamente se ha ignorado, cuando no, rechazado. Más cerca, comenzando desde el final para ir al principio, el 2014 ha marcado definitivamente con su último día, el fin, no de un ciclo sino de una sistemática, sistemática del pensamiento, de los sentimientos y de la acción,   cuyos significados la propia hermenéutica no lograba desentrañar por no contar con las herramientas adecuadas. Final de un ciclo, ahora sí, donde alternaron luces que deslumbraban y sombras de una oscuridad amedrentadora. El 2015, comienzo de un ciclo en el que “se comprende el por qué, el cómo, el cuándo, el dónde. En una palabra, se sabe y se sabe que no se lo va a evitar”. La luz no deslumbra, la oscuridad no atemoriza.

FUNCIÓN Y TRABAJOS

La función es “estar”. Y el primer trabajo es “mantenerse estando”. Adentrarse en la oscuridad, llevando hacia allí la luz, contención donde aparezca el desborde, sostén en el desequilibrio, afecto y compañía ante el desamparo y el desamor, seguridad de la presencia ante el abandono y el temor a la soledad. El estar y el mantenerse estando no es estático, es dinámico, variable, dúctil y versátil, mientras las señales se intensifican, los signos se multiplican y las fuerzas nutren y alimentan la propia fuerza. El siguiente trabajo, definirse, y hacerlo clara, sincera y honestamente, para que se entienda clara, sincera y honestamente, sin juegos que disloquen o interrumpan el flujo del mutuo accionar. La función que se requiere aquí es la de cuidar, proteger, estimular, acompañar ofreciendo el apoyo de una compañía inmanente que sirva de sostén a la otredad, para que, cuando sea, brote y se abra como una crisálida al aire luminoso que la ha esperado desde siempre. El último trabajo, saber que la propia función ha terminado al ver volar a la otredad hacia su propio encuentro con la vida.


ALMAS GEMELAS

Se habrá sido durante un tiempo (si aceptamos que el tiempo existe)  “alma gemela” de la otredad, con trabajos y funciones diferentes, con  un trayecto paralelo a desarrollar y cumplir y con lo que nosotros, los humanos maldefinimos como “un principio y un final”. Porque  el encuentro de dos “almas gemelas” está destinado, es inevitable. Tarde o temprano siempre se produce, porque el crecimiento, el desarrollo y la evolución lo requieren y, conceptualmente, lo demandan. Esas almas gemelas que cumplieron con sus trabajos y sus días, que se encontraron y luego tomaron cada una su camino, o no, pues el destino no se anuncia in toto sino paso a paso, estarán siempre unidas, serán siempre
libres una en la otra como participantes de un Todo.