sábado, 28 de septiembre de 2024

LA SEGUNDA FUNDACIÓN

 

     y el Rollo público

     

      El 11 de junio de 1580 el teniente de gobernador general de Asunción don Juan de Garay funda la ciudad de la Santísima Trinidad, hoy Buenos Aires, unas leguas más al norte de la malograda primera fundación de don Pedro de Mendoza. El acto se realiza en la Plaza Mayor, hoy Plaza de Mayo (“nombre moderno que, por casualidad, simula una descolada transcripción” dice Groussac en su biografía del fundador).  “Reunidos Juan de Garay y un centenar de vecinos, españoles y criollos, después de leerse por el escribano de gobierno Pedro de Jerez las provisiones del Adelantado principió la ceremonia con la plantación de una cruz en el sitio destinado para la iglesia mayor (hoy Catedral de Buenos Aires)”, explica Groussac. “Incontinenti se publicó como era de ley, la organización del gobierno municipal, con nombramiento de los alcaldes y regidores. Acto continuo, el general requirió de ellos que se junten con su merced y vayan a la plaza pública questa señalada en la traza della y allí le ayuden a enarbolar un palo y madero por Rollo público. Esta erección del árbol de justicia significaba en la fundación de la ciudad un acto trascendental, por ser emblema visible de la jurisdicción real y concejil… y el general en nombre de su majestad tomó posesión de esta ciudad e de todas estas provincias, leste ueste, norte sur…y en xeñal de posesión echó mano a la espada y cortó hierbas y tiró cuchilladas y dixo que si avia alguno que se lo contradiga, que parezca…y no paresció nayde que contradixese y lo pidió por testimonio.”

     Se dice que el rito de la ocupación de la tierra por la mata de pasto o la rama tronchada, es antiquísimo.(J.Michelet Origines du Droit, libro II). Ese “palo y madero” que tan solemnemente se plantaba en el centro de lo que sería la plaza de armas estaba destinado para “Rollo público” y concegil para que sirva de árbol de justicia Real de Su Majestad. Era público porque la aplicación de la justicia Real debía hacerse públicamente, “paladinamente” dice la ley y no a escondidas y con tapujos, debe administrarse en medio de la plaza del pueblo donde el reo ha sido condenado.

   En el barrio de Montserrat, entre las actuales Leandro Alem, Rivadavia y Mitre se recuerda la segunda fundación de Buenos Aires con la plazoleta 11 de junio de 1580, en cuyo centro se levanta la estatua de Juan de Garay.  Y donde fuera emplazado el Rollo público o árbol de justicia Real, se encuentra hoy la Pirámide de Mayo.

     El Rollo público donde se ajusticiaban paladinamente a los reos se convirtió, cuatrocientos años después de la fundación de la ciudad, en el único sitio donde se hizo público el reclamo de justicia de las madres de pañuelo blanco en la cabeza, o “madres de Plaza de Mayo” que giraban en derredor de la Pirámide todos los  jueves demandando la “aparición con vida de sus hijos desaparecidos”. Desaparecidos sin el acceso a una justicia Real, a una justicia paladina, sin el derecho a acceder al Rollo público. Simplemente desaparecidos.

 

miércoles, 25 de septiembre de 2024

ISLAS MALVINAS

         Bolivia, República Oriental del Uruguay. Islas Malvinas.  Entre 1825 y 1833, con ocho años de diferencia, las Provincias Unidas del Río de la Plata, herederas del virreinato del mismo nombre, perdieron los tres territorios. ¿Los perdieron? El Alto Perú decidió por unanimidad, luego de la batalla de Ayacucho que terminó con el poderío español en Sudamérica,  constituirse en estado independiente, fundando Bolivia. El presidente Rivadavia avaló esa decisión de los altoperuanos y Bolivar, sin promoverla, la respetó. Uruguay nunca fue provincia argentina; perteneció al Virreinato del Río de la Plata, pero nunca a la Confederación Argentina o a las Provincias Unidas del Río de la Plata. La Banda Oriental fue, junto con Entre Ríos, Santa Fé y Corrientes las únicas provincias que no concurrieron al Congreso de Tucumán ni firmaron el Acta de la Independencia, en julio de 1816. El Alto Perú (hoy Bolivia) y no Buenos Aires fue la cuna de nuestra revolución. Sus habitantes combatieron fieramente al español ya en 1809,  tuvieron sus héroes y mártires en pro de la independencia, y fueron actores activos en el Congreso de Tucumán).  Uruguay fue siempre codiciada por los portugueses (Colonia del Sacramento es una ciudad fundada por ellos en 1680) y en el año 1826 fue parte del Imperio del Brasil como estado o provincia Cisplatina, lo que desencadenó la guerra entre las Provincias Unidas y ese país. La batalla de Ituzaingó, ganada por el ejército argentino-uruguayo comandado por el general argentino Carlos de Alvear, le abrió la posibilidad de dejar de ser brasileña. A pesar de haber perdido la guerra, la presión del Imperio del Brasil de un nuevo conflicto bélico obligó a la Pcia de Bs. As. (a la sazón a cargo de las Relaciones Exteriores de las Provincias Unidas) a firmar un acuerdo de paz con el Imperio que exigía la independencia de la Banda Oriental. “Ni mía ni tuya, que sea independiente”. Manuel Dorrego fue el gobernador firmante.

       Las Malvinas nunca fueron territorio efectivo de la República Argentina, ya que en el año 33, fecha de la usurpación británica, las Provincias Unidas no se habían constituido aún como tal. En esa época era poco el territorio bajo la égida de los gobiernos de turno de Buenos Aires; por el sur terminaba en Carmen de Patagones. Dominaban más territorio los indios. Vernet era un comerciante que regenteaba factorías, nunca fue un verdadero gobernante. Por pagarle una deuda a su socio Pacheco, el gobierno de Buenos Aires le otorgó las islas. Como la ganancia era poca veía con ojeriza cómo los buques balleneros de otros países hacían la “América” en sus costas, hasta que confiscó un ballenero estadounidense para cobrarle peaje. En el Río de la Plata no escucharon las quejas de los del norte, y estos se  fueron con sus lamentos hasta Río de Janeiro, no sin antes enviar el buque de guerra Lexington que irrumpió en Puerto Soledad, confiscando cueros que consideraban suyos y otros elementos supuestamente propios que encontraron en los galpones. Fue la poco conocida agresión que sufrió nuestro país a manos de los EEUU, que nunca respondieron a nuestros reclamos. Los norteamericanos propiciaron entonces la soberanía británica, más liberal, e impulsaron el cambio a través de los encargados de negocios británicos en Río de Janeiro. Estos aprovecharon la situación, largamente esperada, se fueron al sur en la corbeta Clío, y echaron de Puerto Soledad a Pinedo comandante de la corbeta Sarandí sin disparar un solo tiro (Pinedo, antes de irse le había entregado la bandera argentina a Juan Simón, capataz de Vernet) e instalaron su bandera, que quedó a cargo de William  Dickson, un empleado irlandés de Vernet, que debía izarla cuando llegaran barcos y los domingos. Tomaron la nuestra y se la devolvieron pacíficamente a Pinedo, asegurándole que “no estábamos en guerra y seguíamos siendo amigos”.

       Hay un documento escrito a pedido del Senado norteamericano por  Robert Greenhow (publicado en La Revista de Bs. As. Tomos XII y XIII)  que el Gral Alvear, a la sazón ministro plenipotenciario de Rosas en EEUU le envió a Guido a Río de Janeiro para que lo tradujeran (sic) y se lo enviaran a Manuel Moreno a Londres para ser usado como antecedente para los reclamos. En él puede advertirse que la política de los reyes de España siempre fue seria e integral; nunca permitieron que se les arrebatara ningún territorio. Cómo hicieron primero el reclamo a los franceses, y cómo luego echaron a los ingleses de Puerto Egmont, fue un ejemplo de cómo se hacen las cosas cuando hay verdadero  interés nacional en resolverlas.

     Nosotros no tuvimos mayormente interés en recuperarlas sino hasta comenzado el siglo XX y por otro lado,  siempre quisimos evitar romper la amistad que nos unía a la corona británica. A los 11 días de la toma, llegó con la corbeta Sarandí la noticia a Buenos Aires y se reunió un comité con el ministro de  guerra. El capitán Ugarteche fue el único que propuso una reacción inmediata. Con dos barcos y 500 hombres aseguraba el éxito de la recuperación. Los demás no lo apoyaron. Optaron por la vía diplomática, perdiendo  la única oportunidad cierta y viable de recuperarlas, conociéndose luego que el capitán de la Clío que había “tomado” Puerto Soledad se había vuelto a Inglaterra sin dejar ni un soldado; el empleado irlandés de Vernet izaría su bandera, y los británicos no volverían sino hasta el año siguiente. Allí sólo quedaron los hombres de Vernet, entre ellos varios ingleses. Vernet, como propietario, terminó pactando con los ingleses para participar de la explotación de los recursos de las islas (incluso en 1829 le había escrito a Parish, encargado de negocios británico, que “él se sentiría muy satisfecho si el gobierno de SMB toma bajo su protección el establecimiento fundado”).  

         Años más tarde,  el gobernador  Rosas intentó trocárselas sin éxito a los británicos por la deuda de casi 2 millones de libras con intereses impagos  que mantenía el país con Baring Brothers, a raíz de la deuda contraída durante la guerra con el Brasil (ver Actas de la Legislatura de la Pcia. de Bs.As. 1844,  y el punto 3 del prólogo de la segunda edición de Islas Malvinas del senador Alfredo L. Palacios).

     La historia nos muestra que desde que se confiscó Puerto Louis (de la isla oriental o Soledad) a los franceses en 1765, indemnizándolos y quedando unos 40 colonos bajo la nueva jurisdicción española (lugar que pasó a llamarse Puerto Soledad), y desde la expulsión de los ingleses de Puerto Egmont (de una isla adyacente a la Gran Malvina o Malvina Occidental) en 1770, la presencia española fue constante en las islas hasta 1811, circunstancia en que los realistas de Montevideo retiran tropas, barcos y pertrechos para hacer frente a la amenaza de los revolucionarios de Bs. As., abandonando las islas a su suerte. Recién en 1820 el gobierno de Bs. As envía el buque La Heroína bajo el mando del corso norteamericano Jawett, para izar la bandera nacional en Puerto Soledad, frecuentado sólo por buques pesqueros loberos y balleneros, fundamentalmente yanquis y británicos. Y ante ellos un yanqui con patente de corso de Bs. As. izó nuestra bandera por primera vez allí. Luego de unos años se nombró a Vernet gobernador y propietario de las Islas, y en 1829 Martín Rodriguez, gobernador de Buenos Aires, firmó un decreto afirmando la soberanía de la Provincia de Buenos Aires sobre esas islas por herencia directa de España, decreto que el gobierno británico no dejó de protestar.

        Así como las primeras ovejas llegaron a las islas desde el continente (en 1843 una majada fue donada desde Ranchos, por el establecimiento Los Sajones propiedad del británico P. Sheridan), el intercambio fue constante a pesar del supuesto conflicto sobre la soberanía. Santa Cruz fue colonizada por malvinenses, por expreso mandato del gobierno nacional en 1884, estimulando el intercambio de ganadería, hasta el punto que el primer gobernador nombrado por el PE nacional, el teniente de navío Carlos A. Moyano, terminó casado con una malvinense. (Crónica documental de las Malvinas, H. Gambini). Y el conocido comandante Luis Piedrabuena llevó periódicamente ganado ovino a las islas, en sus múltiples viajes por la región…

      Probablemente, no probablemente, seguramente, la acción militar de 1982  fue el definitivo  paso dado por nuestro país para perderlas, ya con viso definitivo. ¿Un acto demencial de la Junta Militar, o una acción promovida desde el norte por los militares del socio mayor de la OTAN, que contó con la inocente adhesión del presiente Galtieri? Lo veremos más adelante.

       Los británicos ofrecen actualmente a los isleños la opción de la autodeterminación. No son nuestras, pero tampoco de Argentina. El Imperio del Brasil hizo lo mismo con el Uruguay. Y los pobladores, siempre estuvieron de acuerdo con su independencia. Que sean dos mil o tres mil, y no dos o tres millones, ¿hace diferencia?  Aceptar  discutir la autodeterminación con los isleños, su eventual independencia, tanto del Reino Unido como de Argentina, crearía otra relación de las Islas con el continente, en todos los rubros, en todos los ámbitos, y el intercambio, que al día de hoy no existe,  beneficiaría a ambos.

     ¿Es creíble y posible esta postura? Pero no nos adelantemos; sigamos este razonamiento:      Promovimos, ayudamos a liberar y luego fueron independientes Chile, Perú, Bolivia, Uruguay. ¿Por qué no las Islas Malvinas?

      El primer paso debería tender a  separar a la Gran Bretaña de la ecuación, y luego  revisar todos los conceptos que involucran a nuestro país y a los isleños, con mente amplia, sin prejuicios, y analizar  nuevos caminos, posibles, constantes, sin atajos ni exabruptos, para resolver este conflicto. Una cuestión de Estado que demanda una política de Estado, incluyendo la opinión de nuestra población mediante plebiscito. Tal y como una cuestión de límites, ni más, ni menos.

       A los héroes, combatientes o no en Malvinas, todo el reconocimiento necesario. Pero sin olvidar que para un futuro posible de esta cuestión, debe primar el auténtico interés nacional por sobre el reclamo patriotero y nacionalista a ultranza, reconociendo y aceptando como propios todos los errores y claudicaciones que se fueron sumando en la materia desde 1833 hasta la fecha.

       Un razonamiento coherente de acuerdo a lo que se conoce, de acuerdo con la historia oficial.

 APÉNDICE

   The falkland islands historyMas Allá de la Historia Oficial, la verdadera historia de las Falkland/Malvinas fue un documento utilizado por los británicos en la discusión a nivel diplomático en 2007. Dejando de lado los absurdos argumentos que esgrimen inicialmente a favor de la soberanía británica,  impresiona la contundencia de los datos que presentan en  los documentos adjuntos y las referencias que ofrecen para confirmar la ignorancia o el abandono durante largos años por parte nuestra de los incuestionables derechos de la Argentina sobre las islas, como, por ejemplo, la firma en 1850 del tratado de "perfecta paz y amistad" entre los dos países durante el gobierno de Rosas, donde no quedaba "ninguna cuestión pendiente entre ambas potencias". Aquí se minimiza o ignora este hecho, y a Rosas se lo tiene como un ejemplo del nacionalismo más rancio y puro. Está también el tema del "mapa Latzina", trazado en 1882, que no dejó de ser un reconocimiento oficial de la extranjerización de las islas. En este mapa, confeccionado por el ente oficial argentino de entonces, y del que se hicieron 100.000 copias distribuidas por todo el mundo, puede comprobarse que las islas están “teñidas” con mismo tono y color que los países limítrofes como Uruguay y Chile. Las islas Picton, Lenox y Nueva, también comparten ese color, y el “mapa Latzina” fue utilizado con éxito por los chilenos en el conflicto del Beagle de 1978.

    En la reseña histórica de H. Gambini no se mencionan ni el “mapa Latzina” ni el “tratado de perfecta amistad” firmado por el dr. Arana, ministro de Rosas, en 1850, con el enviado de SMB. 

 

 Mapa Latzina

 

 

 



 

 

Nota: Véase el tono de la Tierra del Fuego chilena que es el mismo tono usado para las Islas Malvinas.

      Un dato curioso que señala la Crónica Documental de las Malvinas, de Gambini: En los años 1930, dos malvinenses sacaron la cédula de identidad en Bs.As. en la Policía Federal, y les consignaron como lugar de nacimiento: Inglaterra. El libro Las Malvinas del senador Alfredo L. Palacios (donde promueve en el Congreso Nacional la ley 11.904 que manda traducir y difundir el libro Les Iles Malouines de Paul Groussac), en Documentos Oficiales Inéditos consigna el caso de la cédula de identidad 264.338 expedida por la Policía de la Capital a favor de la señora Inés Willes de Boe, nacida el 19 de enero de 1871  en el pueblo: Islas Malvinas, Provincia: Islas Malvinas, Nación: Inglaterra.

     En esta historia, que podríamos  comenzarla con las invasiones inglesas de 1806 y 1807, los autóctonos o criollos tomaron con simpatía la llegada británica pues, aunque luego la combatieron con fiereza y ganaron en la Reconquista y Defensa de Buenos comandados por el posteriormente ignorado, vilipendiado y asesinado héroe don Santiago de Liniers, no dejaban de tener en cuenta que el verdadero enemigo era el español. Fue así que algunos de nuestros próceres, los hermanos Rodríguez Peña a la cabeza, liberaron a Beresford y a Pack de su prisión en la Villa del Luján, y siguieron manteniendo fluidas relaciones con el gobierno de SMB luego de la revolución de 1810. Y no dudaron en ejecutar sin piedad a Liniers, héroe de la Reconquista y Defensa de Bs. As. por  su decidida lealtad y fidelidad a la Corona Española.

         Gran Bretaña fue el primer país europeo en reconocer nuestra independencia en 1824. Lord Canning contaba hasta hace poco con el nombre de una calle de la CABA (hoy Raúl Scalabrini Ortiz). Luego de la toma de 1833, que no fue militar (el empleado irlandés de Vernet quedó a cargo de elevar la bandera los domingos y ante llegada de barcos), quedaron los colonos que querían hacerlo y sólo un año después GB colonizó efectivamente un sitio adyacente a Puerto Soledad. Se respetó la propiedad a Vernet (por un tiempo), y él mismo adhirió a la soberanía británica sobre las islas. Cuando el gobierno de Bs. As. tomó conocimiento de los hechos tras la llegada de la corbeta Sarandí,  sólo el capitán Ugarteche tuvo la idea de mandar dos barcos con 500 hombres para recuperarlas. Sabia decisión, que el gobierno de Bs.As. no escuchó. En los diarios de entonces preocupaba más cómo seguirían nuestras relaciones con una nación "tan amiga nuestra...” Diez años después desde un campo de la Provincia de Bs As se enviaron a las islas majadas de ovejas, donadas por su dueño, inglés por cierto. En 1844, la Legislatura de la Provincia de Bs As recibía comunicación del gobernador Rosas: Sesión del 15 de mayo de 1844: Éste giraba una nota a la Legislatura del Sr. Falconnet, apoderado de Baring Brothers, donde este señor decía: "Hace un año que tuve el honor de contestar á la nota que V.E. se dignó dirigirme, proponiéndome, á nombre del Gobierno de Buenos Aires, la cesión de las islas Malvinas, como medio de transacción por el pago del dinero debido a mis comitentes". El gobierno británico y BB habían declinado la oferta, y Falconnet venía a pedir que le pagaran un anticipo, aunque sea $ 5000, tal como el gobierno de Bs As. había pactado con los franceses.

    Luego del combate de la Vuelta de Obligado, ícono rosista en defensa de nuestra soberanía,   llegamos a 1849-1850 con el cierre definitivo de cualquier disputa entre el gobierno de la Confederación Argentina y el Gobierno de SMB. Se firma el pacto de “perfecta amistad” arriba mencionado, “no quedando ningún asunto pendiente entre ambas potencias”. Dicha  amistad con el gobierno de SMB avanzaría casi un siglo sin contratiempos. En 1884 se funda el territorio nacional de Santa Cruz, y el gobierno nacional comisiona a su primer gobernador Capitán de navío Moyano a realizar gestiones para que los isleños ayudaran a colonizar ese territorio casi desierto, lo que aceptaron varios de ellos. Y trajeron ovejas, que pagamos en...peniques. El Sr. Moyano terminó casándose con una hermosa señora isleña, y vivieron felices en el continente, pero viajando con frecuencia a las islas para visitar a los suegros e intercambiar ganado ovino.

      Un episodio que nos deja la historia no muy alejada en el tiempo:

 "Declaración Conjunta sobre Comunicaciones de la República Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Buenos Aires, 1º de julio de 1971”. Firmada por el ministro Juan Carlos Beltramino, jefe de la delegación argentina y el ministro David Aubrey Scott, jefe de la delegación británica. (De Crónica Documental de las Malvinas, dirigida por Hugo Gambini).

    Ambas delegaciones deliberaron entre el 21 y el 30 de junio en Buenos Aires sobre “comunicaciones y movimiento” entre el territorio continental argentino y las Islas Malvinas. En la delegación británica participaron los isleños. El marco era la Resolución 2065 de la ONU y las negociaciones que ésta recomendaba entre ambos países, y de conformidad con las cartas que estos países enviaran al Secretario General el 21 de noviembre de 1969 y el 11 de diciembre de 1970.

    “Los delegados llegaron a la conclusión que, sujeto a la aprobación de los respectivos gobiernos, deberían ser adoptadas las siguientes medidas (detalladas en 18 puntos), en el entendimiento de que ellas puedan contribuir al proceso de una solución definitiva de la disputa sobre las Islas entre los dos Gobiernos a la que se refiere la Resolución 2065 antes mencionada”.

1) Comunicaciones entre el territorio continental y las islas, incluidas las relativas al movimiento de personas...

2) El Gobierno argentino entregará documento a los residentes de las islas sin referencia a la nacionalidad  para que puedan trasladarse al territorio continental, y viceversa.

3) Loa isleños no abonarán derechos e impuestos al Gobierno argentino por sus actividades en las islas, ni por sus servicios relacionados con las comunicaciones y viceversa, el Gobierno británico con los continentales.

4) Los residentes de las islas estarán exentos de abonar derechos e impuestos por equipaje, automóvil y efectos del hogar en tránsito hacia el extranjero o hacia las islas.

5) Los isleños que se radiquen en territorio continental podrán por única vez ingresar sin abonar derechos o impuestos todos sus efectos personales y del hogar y un automóvil, y viceversa.

6) Los gobiernos facilitarán en ambos sitios el tránsito, la residencia y las tareas de personas directamente relacionadas con las medidas prácticas adoptadas para promover y realizar las comunicaciones y movimientos.

7) El Gobierno británico tomará medidas para establecer un servicio marítimo regular de pasajeros entre las islas y el continente, y

8) el Gobierno argentino hará lo mismo con un servicio aéreo.

9) El servicio aéreo será con aviones anfibios hasta la construcción del aeródromo en puerto Stanley.

10) Ambos gobiernos cooperarán para simplificar las prácticas reglamentaciones y documentación para facilitar las comunicaciones.

11) El Gobierno argentino exime de cualquier obligación sobre servicio militar a los isleños.

12) Ambos gobiernos tomarán medidas para intensificar el comercio y mayor fluidez en transacciones comerciales.

13) Ambos gobiernos tomarán las medidas necesarias para que las comunicaciones postales, telegráficas y telefónicas sean lo más eficientes y expeditivas posibles.

14) Las tarifas de éstas serán iguales a las internas del lugar de origen de las comunicaciones.

15) Los sellos de las comunicaciones postales serán cancelados con un sello que se refiera a esta Declaración conjunta.

16) El Gobierno argentino estará dispuesto a cooperar en los campos de la Salud, Educación, Agrícola y Técnico en respuesta a cualquier requerimiento por parte de las islas. Habrán plazas en escuelas públicas para residentes de las islas y becas que promocionarán oportunamente.

17) Las conversaciones continuarán a través de los canales diplomáticos habituales, próxima reunión en Puerto Stanley en 1972.

18) Si un Gobierno decidiera dejar sin efecto estas medidas deberá anunciar al otro tal decisión con seis meses de anticipación.

     Por ley 19.529 del 20 de marzo de 1972 se aprueba en Argentina esta declaración conjunta sobre la apertura de Comunicaciones entre las Islas Malvinas y el territorio continental argentino.

   Al leer esos 18 puntos se puede inferir que el camino que trazaba esta Declaración Conjunta era el posible, el viable, el único con base de entendimiento y mutuo respeto, sobre todo respeto a la gente involucrada, los isleños y los continentales. Apodados así,  bienvenido ese apodo, ya que llamarnos residentes de las islas y residentes del territorio continental,  fija el marco de una identidad común, sólo diferenciada por el mar y el aire intermedios, que actúan separando pero uniendo al mismo tiempo.

    Esta Declaración fue hecha once años antes de la guerra que destruyó toda posibilidad de comunicación y reconocimiento mutuo. Entre los años 1971 y 1982 nuestro país se abocó a desarrollar con los isleños una decidida y enérgica política de seducción, acercando “materialmente” el continente a las islas,  facilitando el acceso de los isleños al continente y a sus servicios y llevándoselos a las islas,  promoviendo y desarrollando una línea aérea entre las islas y el continente,  construyendo un aeropuerto en puerto Stanley con la presencia de LADE y sus funcionarios establecidos allí… Con el tiempo se agregaron otros servicios, YPF construyó una planta (Antares) para abastecer a las islas de combustible líquido, Gas del Estado suministró por primera vez gas a los isleños como alternativa para la turba, se establecieron becas para estudiantes isleños el el continente y viajaron maestras de español a las islas, se establecieron comunicaciones postales, telegráficas y telefónicas, turismo, intercambio comercial y el sistema bancario, etcétera. A las tiendas y supermercados llegaban productos argentinos y se proporcionó asistencia médica a los isleños en el Hospital Británico de Buenos Aires… Nunca hubo una asistencia comparable para con  una comunidad diferente y afin por parte de Argentina, y desde la GB empezó a hablarse de los “intereses” y no los “deseos” de los isleños. Pero luego comenzaron las acciones dilatorias unilaterales de GB, con la Misión Shackleton en 1976, y finalmente el incidente Davidoff en las Georgias en marzo de 1982, provocado para que los argentinos reaccionaran, y así fue,  dando pie a la invasión militar de abril 1982 en las Malvinas.

       Falklands for ever

         Según el periodismo de investigación llevado a cabo por Jorge Saenz (Malvinas, el secreto de Galtieri),  y otros, como Mariano Bartolomé (El conflicto del Atlántico Sur), y también   por declaraciones del expresidente Frondizi en varias oportunidades, quedaría  demostrado que el interés geopolítico de los EEUU por el Atlántico Sur en ese entonces lo habría  volcado de manera determinante y unívoca hacia su socia de la OTAN, en detrimento de nuestro “poco confiable” país, aunque hubiéramos colaborado con ellos contra el comunismo en Nicaragua y El Salvador. Necesitaban una acción que provocara las iras de la GB disminuída, y que la reacción enérgica de ésta pusiera punto final al conflicto por la soberanía. El Atlántico Sur debía ser de la OTAN tanto como el Atlántico Norte. Venía preocupándoles en demasía la presencia hegemónica de los soviéticos en el Atlántico Sur, con base en países africanos como Guinea y Angola.  Los militares estadounidenses, incluyendo al Secretario de Estado Alexander Haig  habrían convencido, en sus repetidos viajes a EEUU, al presidente Galtieri de realizar una mínima acción armada, sin víctimas, y recuperar las Islas para la Argentina. Se esperaba que GB no reaccionaría y ellos, ya de capa caída con un gobierno que buscaba una salida a seis años de dictadura militar, lo harían por la “puerta grande”, recuperando de una vez por todas las tan anheladas Islas  para el Patrimonio Nacional. Pisaron el palito con la ingenuidad de infantes de guardería y cayeron en la trampa.  Entretanto, en GB se preparaba la flota más importante desde la IIª Guerra Mundial a instancias de los mismos que convencían del otro lado del Atlántico al  crédulo Galtieri. Los satélites viraban hacia el Atlántico Sur para supervisar y colaborar con el socio menor de la OTAN en operaciones, pues a quien preocupaba mayormente la posible soberanía argentina en las Islas en ese entonces no era a la GB; (así le dijo en abril en  Buenos Aires con estas palabras Haig a Galtieri), sino  a los “altos intereses estratégicos” en el Atlántico Sur de los EEUU, cuestión que se guardó muy bien en no mencionar.

     Posteriormente, el hundimiento del crucero Gral. Belgrano por orden de la primer ministro Margareth Thatcher  impidió definitivamente que se llevara a cabo el plan de paz del Perú, aceptado en principio por los militares argentinos. ¿Fue esa decisión tomada en soledad por la primer ministro, o le fue sugerida como necesaria por…?

     El interés, el deseo y la determinación del socio mayor de la OTAN era consolidar la soberanía británica en las Islas, sin discusiones. GB aceptó su rol en el plan, costara lo que costase, y los militares argentinos pisaron el palito y “entraron como chorlitos”. Así les fue. Y así nos fue.

     Como en 1833 (ver más arriba la toma de balleneros por parte de Vernet y la reacción de la corbeta Lexington), la intervención de los EEUU en 1982 habría sido esencial para asegurar de una vez por todas  la soberanía británica en las Islas. No más Malvinas, Falklands for ever.

     Lo que plantea el periodismo de investigación y lo que declarara a la prensa oportunamente el ex presidente Frondizi (junto con el ex presidente Illia, fueron los únicos políticos no invitados por Galtieri a la asunción de Menéndez como gobernador de las Islas) cierra absolutamente y carece de fisuras. No nos sigamos engañando como Galtieri lo hizo y declaró oportunamente (“los norteamericanos me engañaron”), y demos vuelta la página de una vez por todas. Ni argentinas ni del Reino Unido de Gran Bretaña: como tantas otras partes del planeta, son del socio mayor de la OTAN.

    “El Waterloo de mi carrera”,confesaría Haig en sus memorias “fue el tema Malvinas/ Falklands”. Pero él no era Napoleón, que peleaba, ganaba y perdía sus propias batallas. Él jugó a la guerra y engañó tanto a los argentinos como a los ingleses. A los primeros: “los ingleses no van a reaccionar”, a los segundos: “los argentinos no van a resistir”. Engañar a los primeros no le traería mayores problemas, pero a los segundos… Tuvo que renunciar al final del conflicto y allí se terminó su ascendente y brillante carrera. Pero cumplió su cometido, asegurando para la OTAN su lugar en el Atlántico Sur compitiendo con la presencia de la Unión Soviética.

    Ahora, a más de 30 años de la caída y disolución de ésta y el final de la “guerra fría” y el conflicto Este-Oeste y la aparición de nuevos antagonismos con otros actores, ¿valdrá la pena mantener una costosa estructura en un sitio tan alejado del epicentro de los conflictos? Consultando al I Ching, quizá se esté avecinando la hora de la yegua (K’un)  y como corolario obligado,  el ocaso del dragón (Ch’ien).

 

 

 

 

 

 

 

 

 





     

sábado, 6 de julio de 2024

Variaciones sobre Los Trabajos y Los Dias

 

Oh, si no viviera yo en esta quinta generación de hombres, o más bien, si hubiera muerto antes o nacido después! Porque ahora es la Edad de Hierro. Los hombres no cesarán de estar abrumados de trabajos y de miserias durante el día, ni de ser corrompidos durante la noche, y los Dioses les prodigarán amargas inquietudes. Entretanto, los bienes se mezclarán con los males.  Hesiodo (~800 AC?) Los trabajos y los días. Libro I

 

 Viaje hacia otro despertar

 

     Señales: Están. Están desde siempre, creo,  como signos que esperan convertirse en designios. Exigencias no exigidas que esperan transformarse en funciones y trabajos, funciones y trabajos cuyos significados van a trastocar la realidad personal para poder expresarse sin velos ni subterfugios hacia  la otredad. Y al transformar la realidad, actuar como quien traspasa un velo desconocido hacia otra dimensión, otras dimensiones…

 

     Fuerzas: Están detrás de las señales. Aceptarlas es aceptarse  uno mismo, más no “en lo mismo, insistiendo en lo mismo,  encerrado en sí mismo”. Las fuerzas se evidencian de múltiples y variadas maneras, por momentos tan intensamente que resultan ineludibles. Está en uno percibirlas y sentirlas parte de uno, o ignorarlas y seguir “igual con lo mismo”. Cuando se empieza a entender esto, se tiene la certeza de que la búsqueda terminó. Y entender significa  aceptar las funciones y los trabajos que se deben cumplir. Cumplir no porque las fuerzas lo exijan. Al cumplir con una función “asignada” (por así decirlo), uno deja de evitarse y se encuentra, en completa libertad y en plena capacidad de uso de todas las potencialidades. Entonces, el individuo despierto crece, se amplía sin perderse, sin dejar de ser “sí mismo”, y participa en la construcción y el desarrollo del Equilibrio en la Armonía. Sin explicaciones, se comprende el por qué, el cómo, el cuándo, el dónde… En una palabra, se empieza a saber, y en ese comenzar a saber,   también se sabe que no se lo va a evitar. Sin retorno, sin culpas ni remordimientos, sin miedos ni engaños. Metafóricamente hablando, más que un cambio de piel, un trasplante cardíaco.

 

     Signos: Se elabora una lista de signos que, como una cadena, eslabón tras eslabón,  han señalado desde lejanos tiempos un destino posible, uno de tantos pero uno diferente a todos los conocidos,  que sistemáticamente se ha ignorado, cuando no, rechazado. Más cerca, comenzando desde el final para ir al principio; el año ha marcado definitivamente con su último día el fin, no de un ciclo sino de una sistemática, sistemática del pensamiento, de los sentimientos y de la acción,   cuyos significados la propia hermenéutica no lograba desentrañar por no contar con las herramientas adecuadas. Final de un ciclo, ahora sí, donde alternaron luces que deslumbraban y sombras de una oscuridad amedrentadora. El año siguiente, comienzo de un ciclo en el que se comprende el por qué, el cómo, el cuándo, el dónde. En una palabra, se sabe y se sabe que no se lo va a evitar. La luz no deslumbra, la oscuridad no atemoriza.

 

     Función y Trabajos: La función es estar. Y el primer trabajo es “mantenerse estando”. Adentrarse en la oscuridad, llevando hacia allí la luz, contención donde aparezca el desborde, sostén en el desequilibrio, afecto y compañía ante el desamparo y el desamor, seguridad de la presencia ante el abandono y el temor a la soledad. El estar y el mantenerse estando no es estático, es dinámico, variable, dúctil y versátil, mientras las señales se intensifican, los signos se multiplican y las fuerzas nutren y alimentan la propia fuerza. El siguiente trabajo, definirse, y hacerlo clara, sincera y honestamente, para que se entienda clara, sincera y honestamente, sin juegos que disloquen o interrumpan el flujo del mutuo accionar. La función que se requiere aquí es la de cuidar, proteger, estimular, acompañar ofreciendo el apoyo de una compañía inmanente que sirva de sostén a la otredad, para que, cuando sea, brote y se abra como una crisálida al aire luminoso que la ha esperado desde siempre. El último trabajo, saber que la propia función ha terminado al ver volar a la otredad hacia su propio encuentro con la vida.

 

     Almas Gemelas: Se habrá sido durante un tiempo (si aceptamos que el tiempo existe)  “alma gemela” de la otredad, con trabajos y funciones diferentes, con  un trayecto paralelo a desarrollar y cumplir y con lo que nosotros, los humanos mal definimos como “un principio y un final”. Porque  el encuentro de dos “almas gemelas” está destinado, es inevitable. Tarde o temprano siempre se produce, porque el crecimiento, el desarrollo y la evolución lo requieren y, conceptualmente, lo demandan. Esas almas gemelas que cumplieron con sus trabajos y sus días, que se encontraron y luego tomaron cada una su camino, o no, pues el destino no se anuncia in toto sino paso a paso, estarán siempre unidas, serán siempre libres una en la otra como participantes de un Todo. O no, pero eso ya tampoco importa. Superado el tiempo de ser y estar,  el resultado deviene indiferente pues lo acontecido queda afirmado en su propia, incontrastable realidad.           

           

 La guerra encubierta

 

     El sueño como ingreso a un orden vital de actitud saludable, en suma, de vivir la única condición personal que denota salud. La vigilia, y su manifiesta conciencia como una condición incompleta, insuficiente. de carenciada vitalidad, vivida como una posesión externa al yo íntimo, personal, profundo. Es la vida exterior que nos posee a través  del estado de conciencia. El estado onírico, inconsciente, es entonces la imagen más veraz e innegable de la vitalidad personal. No vivo verdadera y fielmente en otra dimensión que en ella. En ese estado soy yo y punto. Eso creo. En el otro, mi mundo consciente en el que veo, oigo, hablo, toco,  la vida externa vive por mí. Maneja burda o sutilmente los ejes del curso de mi persona al hacerla fluir en estado consciente y conducirla. Aunque la rechace, no sé si puedo, los mismos argumentos del rechazo significan  aceptación y sumisión. ¿Para qué, entonces, oponerle resistencia? Sonrío con buen humor cuando entiendo que da lo mismo resistirme que doblegarme y obedecer a los dictados de esa vida que no soy  y que se manifiesta y subsiste a través mío en mi estado consciente.  Ahora, obviamente, ella habla por mí. O yo hablo por ella, da lo mismo. ¿Por qué al presente dice lo que dice, o digo lo que digo? No lo sé. Avancemos.

     Cuando duermo y sueño, soy yo,  libre, libre de ella, de esa virtuosa vitalidad consciente que obsesivamente quiere poseerme, cuanto más tiempo, mejor. Para ella. Por eso debe ser que mi felicidad comienza cuando voy deslizándome hacia el mundo onírico, y me cuesta tanto volver a la vigilia. Lo difícil que me resulta despertar y abandonar mi vida para dejarme vivir, y hacer de hombre social, que se lava, viste, desayuna, besa a su mujer y a sus hijos, conduce el auto hasta su trabajo, se concentra en él, decide, yerra, acierta, fuma, bebe, almuerza, orina, quizá defeca, regresa, cena, conversa con su mujer, quizá, y quizá también con sus hijos, se baña, se acuesta, mira televisión, quizá hace el amor, y finalmente…hunde su cabeza en la almohada, cierra los ojos y se hunde en el sueño. Vuelvo a ser yo mismo, dueño tal vez de mi vida. Porque tampoco sé bien qué sucede allí. Sólo siento que mi vida verdadera, genuina, auténtica pertenece a ese ámbito. Se encuentra allí. 

      Como una enfermedad que no tiene cura, la vigilia diariamente me posee y sin discusiones me abandono al curso obligado de las cuestiones digamos, diurnas. La vida nocturna, la noche, por decirlo así, me pertenece. El flujo vital del sueño, que  no tiene dueño ni mandato, surge desde mi yo más profundo. Desde mi orden primigenio. Es tan pobre como volátil. Insignificante, insustancial, el yo onírico que sobrevive gracias al reposo nocturno (podría ser diurno), y curiosamente, sirve de alimento a la vida consciente. 

    A veces, mi verdadera esencia irrumpe en el estado consciente. Lo llaman ahora estados alterados, alucinaciones. Y provoca reacciones airadas, represión le dicen, por ingresar a destiempo, por intervenir en donde no la llamaron y trastornar el orden establecido de las cosas exteriores. De la vida conocida y sumisamente aceptada, o no.

      En resumen, lo que la gente llama reposo, descanso necesario es, en definitiva, el verdadero estado del ser. Pero la conciencia, ese estado de  la vida externa, eso que llamamos vigilia, el mundo, la vida en sociedad, el mundo material, y también el inmaterial, el prefabricado mundo espiritual, aparece, toma posesión, orienta, dirige y avanza hacia el progreso del hombre, de la humanidad (eso dicen), utilizando como alimento sin permitirle su completa expresión a  ese estado subliminal de no-conciencia, que sería nuestra esencia. 

     Curiosamente, la búsqueda de esa esencia a través de la conciencia es una batalla perdida, pues la conciencia, a pesar de no reconocerlo, conoce sus límites. Lo esencial se manifiesta en pequeños y aislados núcleos sin lógica ni razón, que sólo sugieren simplemente su existencia. Y lo vivimos en el sueño, sin saberlo, sin presumir su origen, su pertenencia. Simplemente lo dejamos ser. Simplemente somos.

     La enfermedad de la conciencia, su rapaz deseo de posesión ilimitada y la negación sistemática de sus límites, nos conduce a la muerte. Lo inconsciente, al evadir la ecuación espacio-tiempo, habla de lo permanente, lo siempre vivo, lo inmortal.

     Si existir equivale a soñar, y soñar equivale a ser uno mismo y vivir por uno mismo la propia vida, no somos dueños de lo que creemos es la vida, o sea, la vida consciente. No podemos dirigirla, no decidimos en ella. Nos invade, nos engulle, digiere y eyecta en y para su propio proyecto: El mundo conocido, el gran yo, formado por millones de microyos que, querámoslo  o no, somos parte del proyecto.

      Es por necesidad que la conciencia se subordina cada tanto  a la inconsciencia en el sueño. Es la cura ineludible para el yo enfermo diurno, pues la muerte ronda a la conciencia. Y el dolor de no ser es insostenible en el tiempo. Mantiene, entonces, una guerra encubierta. Batallas diarias, diariamente perdidas por la vida consciente. Embate lúcido y ciego al mismo tiempo, consciente sin remedio de su sino. 

      Sueño, luego existo. Pero algo se metió en el medio para lograr sus propósitos colectivos: La realidad consciente, de la cual somos envases, vehículos de ella que ven, oyen, piensan, hablan, actúan, crecen, se reproducen y finalmente mueren por ignorar su yo profundo, inconsciente, indeleble, siempre vivo, variable e inmutable al mismo tiempo. 

           Aclaración psicoanalítica

  Aquí y ahora, yo, la conciencia, la denostada conciencia, el tan mentado super yo de Froid,  pregunto: “¿Dónde quedan las pesadillas en tu esquema? ¿No será que ellas forman parte de una enfermedad de tu “memorable” vida onírica?”

     “Error”, respondo desde lo que ese señor denominó el ello. “Las pesadillas representan el extremo más  vital con que puedo manifestarme. Y esa denominación la pusiste tú. Yo las llamo desde otra visión y con otro lenguaje a esas intensas expresiones vitales, cuyo nombre no deseo confiarte… Llamalas como quieras, alucinaciones, estados alterados, pesadillas. Para mí, la vida misma…”

    Y yo, ignorando aún quién soy, y que les permito a ambos estados expresarse a través mío, he apostado mi vida al estado onírico, aunque reconozco que sigo dominado por la conciencia. Incómo sitio encontrarse en el medio entre los dos estados enfrentados Vaya, de todas maneras, un agradecimiento por la explicación, mister S.F.

     Y la guerra continúa…

 

    Dos  campanas para la Pax animi

                                             

       Ella, esa paz tan ansiosamente esperada, que se presenta de súbito. La observo como de reojo. La siento precaria, y pienso en otra cosa. ¡Que no se sienta descubierta, que sé que ha llegado!

    Ahora, esa paz me impulsa blandamente hacia la autosatisfacción, y yo le obedezco sin objeciones. Me lleva hacia el justo medio. Ni mucho de esto, ni mucho de aquello. Me ordena tomar las cosas con mesura. Y lo primero que debo hacer   es medir mi tiempo. Parecería que el hecho de perderlo (así llama ella a mi  estado contemplativo) es lo que impide alcanzar  una realización. Dedicarse a una saludable tendencia X, y a una positiva inclinación X’. Tener más de dos es perderse irremisiblemente. Satisfacer entonces a ambas en lo posible, y dentro de ese tiempo disponible. También aceptar la propia limitación  y emplearla como  estímulo para superarse (utiliza esta palabra  hasta la embriaguez). Hay que deleitarse con ella, pero no como el bebé con el seno materno. No hay que atraparla con ambas manos, para luego chupar con fuerza voraz de sus pezones. Tampoco deben tragarse sus frutos con angurrienta glotonería, porque luego vienen los regüeldos, las regurgitaciones y los vómitos, ineludibles consecuencias del apasionamiento, enemigo número uno de esa paz.  Deberán, entonces, evitarse las manifestaciones instintivas y los actos espontáneos. Manejarse sólo con la educación, la que, con sus complicados reflejos condicionados, se encarga de moldearlos  o disimularlos...Porque la educación  es algo así como la secretaria privada de esa paz que he ansiado tanto y que hoy está conmigo. Gracias a ella, ahora estoy situado en el medio de las cosas, en la tierra de nadie. Entre mis dos brazos, entre mis dos piernas, entre mis dos orejas, entre las sábanas de la cama, entre las paredes del cuarto. Entre el sí y el no, entre el blanco y el negro...

     Y  de puro meditar, he quedado solo otra vez. Esa paz  se ha ido Siento su ausencia  en mis vísceras El vacío me abarca ahora,   con una enorme y oscura  boca.  Percibía precaria a esa paz,  y no me equivocaba.

     Pero, afortunadamente, luego de un breve paréntesis aterrador, he abandonado con agilidad la tierra de nadie. Ya no estoy entre las cosas; estoy en las cosas. Ya no estoy entre el sí y el no. Ahora soy ambos, indistintamente. Esta sensación, que brota espontáneamente, me inclina a considerar a la anterior como una vulgar impostora.  Ahora debo preservar ésta nueva paz, cuidarla, impedir que se vaya. Para ello,  la seguiré ciegamente, aunque me lleve hacia el justo medio de las cosas. Aunque me enseñe a ver la realidad asépticamente. Aunque me obligue a medir mi tiempo...

                                                        II

 

     La paz sea con vosotros- despide el cura a sus feligreses, finalizando la misa. Pero esa pax animi no llega por el simple hecho de que se la emplace. Tiene otros prerrequisitos para tomar forma en el interior de quien  la desea y luego la invoca. Necesita canales especiales y exclusivos para circular, pues tan rápido como llega  se va. Y necesita un sitio adecuado donde guarecerse. Necesita provocar resonancia, reverberación, o sea   reciprocidad. Necesita tiempo para  ambientarse, para sentirse  “como en su casa”. Necesita eliminar interferencias. Necesita un campo de acción adecuado hacia donde impulsar sus designios, ya que es dinámica, y la inercia la hace desaparecer, como un copo de nieve al contacto con el calor de la  mano. A medida que su influjo y su accionar son percibidos por el sujeto en cuestión, forma una amalgama con las pulsiones vitales de éste, y unifica pensamientos con  sentimientos, dando lugar a los pensentimientos, que permiten al individuo analizar la calidad de las sensaciones y sentir el flujo  de ideas que va dando forma al  pensamiento.

     Esa paz plantea al sujeto un modus operandi diferente, donde son templadas las tensiones vegetativas, las urgencias viscerales, y las mismas pasan a integrar, en armonía con las otras áreas del sujeto, esa segunda naturaleza que posibilita,  tiende un puente, canaliza un lento y firme transitar “paso a paso”, que no por medido pierde intensidad, hacia una nueva dimensión que al  permitir ser “estirada” en el tiempo, en ese único tiempo que es el presente, transforma el punto en una línea, la línea en un plano, el plano en un cuerpo, el cuerpo en una sede, en la sede de esa paz que finalmente todo lo ocupa…